¿30 de las mayores empresas de telecomunicaciones del
mundo han fraguado una conspiración para cargarse el Mobile World
Congress de Barcelona? ¿En muy pocos días y con costes no pequeños por
retirarse, además? ¿Por qué y para qué? ¿No sería más lógico pensar que
esas compañías, que cuentan con poderosos servicios de investigación en
todos los ámbitos, han llegado a la conclusión de que acudir al Congreso
representaba un riesgo muy grande para la salud de los cientos o miles
de empleados que iban a enviar a la Ciudad Condal?
Si
se responde afirmativamente a la segunda pregunta, se abre una
perspectiva realmente inquietante. La de que la epidemia de coronavirus
es bastante más grave de lo que dicen las autoridades sanitarias. Al
menos las chinas. Y chinos habían de ser los miles de técnicos y cuadros
que las compañías de ese país puntero en el sector habría de enviar a
Barcelona. La posibilidad de que algunas, o más, de esas personas
estuvieran incubando el virus ha debido de ser valorada como muy grande
por las empresas que han decidido retirarse del Mobile.
Y es que bastantes opiniones cualificadas que recogen
algunos de los diarios de referencia europeos son mucho más pesimistas
que las que expresan los responsables de la Organización Mundial de la
Salud, que más de una vez en el pasado ha sido acusada de atender más a
los intereses diplomáticos de sus países miembros que a la dinámica
sanitaria real. Eso sí, con la excepción de la declaración puntual de su
director general, el etíope Tedros Adharom, que el martes dijo que "el
coronavirus es el enemigo público número uno del mundo", una frase que
ningún otro miembro de su organización ha querido repetir.
En
la prensa de nuestro continente se pueden leer opiniones tan
contundentes o más que esas. "Los expertos internacionales han señalado
que es probable que el número real de personas infectadas sea
significativamente mayor", dice el Frankfurter Allgemeine Zeitung.
"El británico Neil Ferguson, del Centro para el Análisis de
Enfermedades Infecciosas Globales del Imperial College de Londres, por
ejemplo, supone que actualmente hay alrededor de 50.000 nuevas
infecciones cada día en China.
"Trabajadores
sanitarios de primera línea, pacientes y expertos internacionales acusan
a China de infra-contabilizar el número de casos de coronavirus en el
país", escribe el Financial Times. "Sólo se recoge
una parte de los casos que se atienden en los hospitales chinos,
particularmente en los peor gestionados".
Un texto publicado por el
profesor Neil Ferguson afirma que en Wuhan solo se recoge uno de cada 19
infectados. Brendan Murphy, máximo responsable médico del gobierno
australiano ha declarado que la opinión china de que la epidemia estaría
superada en abril "es demasiado prematura" y que lo previsible es que
el número de casos siga creciendo.
"Parecía que el número de casos del coronavirus se estaba nivelando. Ahora ya no", escribe el New York Times
tras el anuncio del gobierno chino de que ha revisado el protocolo de
diagnóstico, con lo cual en un solo día ha registrado más de 14.000
nuevos casos únicamente en la provincia de Wuham.
"En días pasados, los
expertos se han quejado de que la información epidemiológica china ha
sido incompleta, amenazando los esfuerzos por contener la epidemia.
Estudios recientes sobre el coronavirus sugieren que la enfermedad no
solo se expande rápidamente, sino de una forma que no se entiende
plenamente. "Estamos en un territorio desconocido, dice el doctor
William Schaffner, de la Universidad de Nashville.
Por
otra parte, se desconoce casi totalmente lo que ocurre en otras partes
de China, empezando por Pekín. Solo se sabe algo de lo que ocurre en
Hong Kong, una ciudad más penetrable para la prensa extranjera. Y las
noticias no son precisamente buenas.
Es de suponer que
los gigantes tecnológicos que han anunciado que no acudirían al Mobile
habrán pulsado opiniones del tipo de las citadas antes de tomar su
decisión. Si van en su mismo sentido, cualquier hipótesis conspiratoria
sobre los motivos de esa retirada masiva perdería todo su sentido.
No
hay duda de que en la guerra de intereses que se libra en el terreno
empresarial y diplomático, una epidemia como el coronavirus no pasa
desapercibida, que habrá más un rival de China que trate de sacar
partido de ella. Pero todo indica que en estos momentos la gravedad de
la situación sanitaria se sobrepone a cualquiera de esos movimientos.
Porque
el panorama que se deduce de las opiniones citadas no es precisamente
tranquilizador. Autoridades de algunos países africanos que tienen
estrechas relaciones comerciales y productivas con China han expresado
su temor de que la epidemia les afecte también a ellos. Y sus
estructuras sanitarias no están a la altura de ese eventual desafío. En
Japón y en la República de Corea, países mucho más avanzados, la
inquietud, y el número de casos, son crecientes. En la India, cada vez
más relacionado con China, también.
Empieza a estar
claro que las autoridades chinas no han estado plenamente a la altura de
las circunstancias. Y, lo que es peor, que han ocultado al mundo, y a
los chinos también, buena parte de la verdad. Que el Gobierno, la
Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, conmocionados por la
suspensión del Mobile, insistan en que en España no existe riesgo
sanitario alguno es aceptable y comprensible.
La pregunta que queda en
el aire es si podrían haber dicho lo mismo días después de que se
celebrara el Congreso, en el que habrían participado miles de ciudadanos
procedentes directamente de China.
(*) Periodista
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