El rechazo inicial de Quim Torra al arranque de la Mesa de Diálogo
entre los Gobiernos de España y Cataluña, que Pedro Sánchez ha propuesto
que se reúna el próximo lunes en La Moncloa, ha dejado desconcertadas a
todas las partes convocadas.
Y especialmente al presidente Pedro Sánchez que, en este viaje al
infierno soberanista catalán, parece absolutamente perdido en el
interior del oscuro túnel en el que se ha metido. Y ahora Sánchez no
sabe dónde está ni hacia donde va de la mano de un lazarillo
imprevisible y enloquecido que es Torra. El muñeco diabólico que desde
Waterloo maneja Carles Puigdemont, al que Sánchez prometió que traería a
España en la pasada campaña electoral.
Puede que el inhabilitado y condenado por el TSJC Torra cambie de
opinión y que el lunes se presente en Madrid si sus compinches de ERC
-otros que están desconcertados- lo convencen de que ‘el relator’ que
exige Torra es Pablo Iglesias, dado que el vicepresidente de Sánchez
está a favor de los indultos a los golpistas y del referéndum de
autodeterminación.
Pero mientras tanto en La Moncloa empiezan a ser conscientes de que
en este procedimiento de la mal llamada Mesa de Diálogo no tienen el
control. Por lo que, a la espera de lo que decida Puigdemont que es
quien manda en Torra, van a estar unos días a la intemperie y sin saber
por donde tirar.
Y a no descartar en todo ello que este plantón (inicial) de Torra,
tras el que se adivina una lucha descarnada entre Junqueras y
Puigdemont, provoque, sin esperar a los Presupuestos catalanes, un
adelanto electoral en dicha Comunidad Autónoma.
Lo que pondría a Pedro Sánchez en el disparadero de tener que
indultar urgentemente a Oriol Junqueras para que el sedicioso líder de
ERC pueda ser candidato a la Generalitat, según lo pactado por el PSOE y
ERC en el apartado secreto del acuerdo de investidura de Sánchez.
Pero los indultos (de uno en uno) tendrán un alto coste político y
electoral para el PSC, y provocarán una gran contestación política y
popular en el resto de España. Y puede que en interior del PSOE. Partido
donde se están registrando deserciones de muchos de sus votantes desde
que se acordó la coalición con Podemos y Sánchez abrió la vía de la
sumisión del Gobierno al soberanismo catalán.
Si a Sánchez Iglesias le quitaba el sueño el laberinto soberanista
catalán en el que anda perdido no le deja pegar un ojo. Porque necesita,
como sea y al precio que sea, los Presupuestos de 2020, porque si ERC
no se los concede Sánchez tendrá que convocar unas terceras elecciones
tras haber fracasado en su temerario plan catalán.
Salvo que en una última pirueta Sánchez rompa con ERC y con Podemos y
pacte con el PP unos Presupuestos y la reforma urgente de la Ley
Electoral, antes de ir a unas nuevas elecciones. Lo que debería ser el
‘Plan B’ de este perdido Sánchez para que el PSOE regrese a la senda
constitucional. Lo que al día de hoy nadie debería de descartar.
(*) Periodistas
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