No necesito conocer el régimen penitenciario español para expresar sin ambages mi opinión: quiero que los presos políticos,
todos y todas, sin distinción alguna de la formación política en la que
militan, igual como en el caso de Jordi Cuixart, que solo milita en
Òmnium, salgan cuanto antes de la prisión ya que la sentencia del Tribunal Supremo es meridianamente injusta y han sido cabezas de turco para tratar de acabar con el movimiento independentista catalán.
No conozco ningún independentista catalán que discrepe de este
enunciado y, en cambio, conozco muchos no independentistas que están de
acuerdo con que esto sea así.
La justicia española ha llevado la condena mucho más allá de
lo que las pruebas reales, no las imaginarias, permitían. Estos días,
sin ir más lejos, diferentes agentes del Cuerpo Nacional de Policía
están aportando información sobre las órdenes que recibieron el 1 de
octubre para actuar en los colegios electorales, cuando el responsable
del operativo, el entonces coronel de la Guardia Civil y hoy general
Diego Pérez de los Cobos, declaró en el tribunal una cosa diferente.
¿No puede forzarse, por tanto, dentro de la ley, la situación más beneficiosa para los presos y presas en Lledoners,
Puig de les Basses y Mas d'Enric? La más beneficiosa, sin matices y sin
restricción alguna. Estamos hablando de presos políticos condenados
injustamente y que ya llevan el que menos 629 noches encarcelados; los
que más, 786.
Habrá que reclamar políticamente la amnistía y la
libertad. Pero habrá que hacer la aplicación más generosa posible de la
legislación penitenciaria para paliar la atrocidad judicial que se les
ha aplicado.
Y esto no va de un partido u otro, lo siento por las tres grandes formaciones independentistas. Esto va de personas.
De buenas personas. De muy buenas personas. Esto va de servidores
públicos honrados. De políticos insobornables al servicio de un
compromiso público.
Esto va de personas que han pensado mucho más en lo
mejor para el país, en sus hijos y en la ilusión de un proyecto
aglutinador de tantas y tantas ilusiones que en ellos mismos. Esto va de
que todos nos podamos seguir mirándonos al espejo y podamos volver a
abrazar a nuestros amigos, hoy mejor que mañana. Esto va, también de
humanidad, no de privilegios.
Hace mucho tiempo que los nueve dirigentes
independentistas juzgados por el procés y en prisión desde hace demasiado tiempo, dejaron de tener privilegios. Es casi inmoral plantearlo en estos términos.
Que nadie espere de mí que opine sobre el segundo o tercer grado. No
es mi función. Ni que distinga entre buenos y malos. Pero, por favor,
hagan todos lo posible, unos y otros, para que salgan lo antes posible.
Solo han de hacer eso. Millones de personas lo estamos esperando.
(*) Periodista y director de El Nacional
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