Lorena Roldán cumplió los pronósticos: no presentó una moción de censura sino que utilizó el Parlament para dar oxígeno a las paupérrimas huestes naranjas del tiquet Rivera-Arrimadas
que, según todas las encuestas, naufragarán en las próximas elecciones
españolas del 10 de noviembre.
Sin discusión alguna, ha sido la
iniciativa parlamentaria que tiene por objeto relevar al president de la
Generalitat más fake de las cuatro que se han presentado hasta
la fecha en la Cámara catalana, junto a la que presentó Josep Piqué, en
2005, ante el entonces presidente Pasqual Maragall.
Roldán presentó una moción de censura
en la que no daban los números para reivindicarse y ganar popularidad.
No es la primera persona que utiliza como vía de escape la moción de
censura en un momento en que quiere ganar empaque: en 1987, Antonio
Hernández Mancha, conocido como El breve, protagonizó un
movimiento similar en el Congreso de los Diputados y arrastró a Alianza
Popular a una vergüenza colosal. El resultado fue fulgurante y de
Hernández Mancha nunca más se supo.
Recuerdo, en cambio, las dos mociones presentadas en el Parlament por Josep Benet, en 1982, y Pasqual Maragall, en 2001. Benet,
el senador más votado en toda España en las elecciones de 1977, había
aceptado encabezar la candidatura del PSUC como independiente en las
elecciones al Parlament de 1980 y quiso aprovechar un momento en que el
pujolismo no era aún hegemónico en Catalunya para mirar de tumbar a Jordi Pujol.
Pese a que su discurso fue consistente y estuvo a años luz del
teatrillo de este lunes en el Parlament, Benet, que ya estaba de
retirada de la primera línea política, solo tuvo los 22 votos de los
comunistas mientras el PSC de Raimon Obiols no le siguió.
En 2001, y en
pleno crepúsculo convergente, Maragall trazó en el Parlament lo que era
la avanzadilla de su presidencia, que conseguiría en 2003. Tuvo 55
votos, a 13 de la mayoría absoluta, pero su figura política emergió como
un relevo real en una Catalunya en que la pulsión del cambio político
era muy alta.
En cambio, esta moción de Roldán ni ha sido creíble en ningún
momento, ni tampoco efectista puertas a fuera de la Cámara. Roldán acaba
de coger el grupo parlamentario y aunque es un producto claro de la
factoría Ciudadanos, alboroto, griterío, cartulinas en la tribuna y
permanente gesticulación en su asiento y un lenguaje desbocado, muchas
veces trufado de falsedades, tiene aún que crecer políticamente.
Con tan
solo 38 años y cinco afiliada a Ciudadanos, su carrera no ha podido ser
más meteórica, sobre todo teniendo en cuenta que en 2013 participó en la Via Catalana con una camiseta amarilla de la ANC y una barretina.
Camiseta y barretina que están hoy convenientemente guardadas en un
cajón.
Roldán se ha trasformado en una política de verbo afilado y que
se mueve con comodidad acusando a sus antiguos compañeros de
manifestación de violentos, cuando no de connivencia con el terrorismo, o
hablando de una inexistente Goma-2.
En el peso al por mayor en que se mueve hoy en día la política y con
la rapidez que baja la espuma informativa, de la moción hablaremos tan
solo hoy. Su recorrido habrá sido efímero.
(*) Periodista y director de El Nacional
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