jueves, 3 de octubre de 2019

Más de diez políticos honrados / Félix de la Fuente *

Nos dice la Biblia que Dios estaba dispuesto a perdonar a la ciudad de Sodoma, si hubiera habido en dicha ciudad diez personas honradas. No las hubo, y la ciudad fue arrasada. Creo sinceramente que hay muchos más de diez políticos honrados, y entre estos cuento a la mayoría de los concejales y alcaldes de la España despoblaba que no cobran un céntimo por sus servicios. 
 
Incluso dentro de los partidos creo también que hay muchos políticos honrados. Pero, sin embargo, ni yo ni la mayoría de los ciudadanos estamos dispuestos a perdonar a los políticos no-honrados y mucho menos tomando como excusa a los políticos que sí son honrados. Y no estamos dispuesto a perdonar a los políticos corruptos ni irresponsables, lo primero porque estaríamos ofendiendo a los políticos honestos y desinteresados, al meter a todos en el mismo saco, y lo segundo, porque nosotros no somos Dios. 
 
A Dios no le afectaba lo que los ciudadanos de Sodoma y Gomorra pudieran hacer, pero a nosotros sí nos afecta y mucho lo que hacen los políticos. Afecta a nuestros bolsillos, a nuestros hijos, a nuestros amigos, a nuestra seguridad, a nuestra convivencia……

No sé si las personas somos buenas por naturaleza, como diría Rousseau, o el hombre, según Hobbes, es un lobo para el hombre, pero de lo que estoy convencido es de que las personas que se enrolan en un partido, si son buenas, salvo raras excepciones, terminan haciéndose malas, y si son malas, se hacen aún peores. 
 
Tal y como están estructurados y organizados los partidos políticos, están fomentando el culto al jefe. El partido político no es una empresa privada, en la que asciendes de categoría por tus méritos propios. En el partido político es sobre todo la relación con el jefe lo que priva.

Y, sin embargo, según nuestra Constitución (art. 6), los partidos políticos son necesarios, y me temo que no es este uno de los puntos de la Constitución que se vayan a modificar en un futuro próximo, porque sus propios interesados, es decir los partidos políticos, lo van a impedir. 
 
La Constitución no va a cambiar nada en este punto, a pesar de que los partidos políticos son la segunda preocupación más seria de los ciudadanos y, a pesar de que en la era de la digitalización son cada vez más superfluos, y, sobre todo, a pesar de que, según la Constitución, “su estructura interna y funcionamiento deberían ser democráticos”, y no lo son.

Urge, pues, un voluntariado político, es decir ciudadanos que prescindiendo de los partidos políticos quieran dedicar algo de su tiempo libre al servicio de los ciudadanos en el campo político. Los problemas sociales y económicos no podemos separarlos de los problemas políticos, y, si hubiera más voluntarios políticos, quizás no serían necesarios tantos voluntarios sociales. 
 
El voluntario político que quiera actuar en política precisamente para resolver los problemas sociales ¿Cómo? A través de plataformas ciudadanas en las que quepan todas las ideologías democráticas, porque todos estén unidos por la necesidad de resolver, sin gastar ni cobrar un céntimo, los graves problemas actuales, unas plataformas de ciudadanos que puedan coexistir con los partidos políticos, pero que prescindan totalmente de ellos.

En Barcelona se ha dado a conocer estos días la plataforma “Voluntariado político” y está calentando motores para poderse presentar con las personas más competentes y más desinteresadas a las próximas elecciones municipales y europeas. Ojalá cunda el ejemplo en otras ciudades y pueblos de España.

“Chapeau” a los políticos honestos, pero a los demás no tenemos por qué perdonarlos.
 
 
(*) Ex funcionario del Parlamento Europeo

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