jueves, 26 de septiembre de 2019

El peligroso camino hacia ninguna parte / Félix de la Fuente *

Ni pesimismo ni optimismo. Realismo. No sé si a lo largo de la historia ha habido cambios sociales y tecnológicos tan radicales que se hayan producido en tan corto espacio de tiempo como los que estamos viviendo actualmente. 
 
Estábamos acostumbrados a que la sociedad, al menos desde el final de la segunda guerra mundial, fuera avanzando positivamente tanto en los social como en lo económico. Actualmente, sin embargo, los avances sociales y económicos se han paralizado y la tecnología se ha puesto al servicio de unos pocos. ¿Sabemos adaptarnos a estos nuevos cambios?

A nivel mundial tenemos, entre otros, dos graves problemas: la globalización y el cambio climático. Y digo problemas, porque en un principio la globalización era un hecho positivo -el acercamiento y la solidaridad entre los pueblos-, pero se ha convertido en problema. La globalización ha pasado a ser controlada por las mafias y en parte también por el gran capital, ha proporcionado cierto bienestar a las poblaciones más pobres de China y de ciertos países asiáticos, pero ha supuesto un descenso del nivel de vida de millones de personas en el resto del mundo. 
 
La globalización es sinónimo de competencia desleal, de desprecio absoluto a los problemas del medio ambiente y a las condiciones laborales y de desplazamiento y migraciones de millones de personas a nivel mundial

En un momento tan crucial en el que necesitaríamos dirigentes de talla, pues los problemas globales precisan solucione globales, tenemos unos políticos preocupados únicamente por salir en la “tele. Cuando más necesitaríamos de una colaboración global, son los populismos y la xenofobia lo que triunfa. En un momento en que la UE debería asumir la responsabilidad y el cargo que la historia y los ciudadanos le hemos puesto en sus manos, la UE siguen en un letargo tan profundo que ni el Brexit la va a despertar. 
 
La UE, que había supuesto, con la supresión de fronteras y la libre circulación de personas, el primer paso de una globalización positiva e integradora, está permitiendo barreras de todo tipo entre los diversos países de la UE, e incluso entre las diferentes regiones de un mismo país.

Dentro de la UE, es el Parlamento europeo el que debería tomar más en serio los problemas de los ciudadanos, pues es la institución que al menos relativamente representa a los ciudadanos, y digo “relativamente” pues los europarlamentarios, lo mismo que los políticos nacionales, representan ante todo a sus respectivos partidos. Las listas transnacionales a las elecciones al Parlamento Europeo fueron descartadas en las últimas elecciones, porque “no había habido tiempo suficiente” para organizarlas. 
 
Al parecer, para nuestros políticos cincuenta años que llevamos esperando las listas transeuropeas, no son suficientes en el siglo XXI para tomar una decisión. Las listas transnacionales que podrían contribuir enormemente a crear el sentimiento de ciudadanía europea, volverán a quedar descartadas dentro de 4 años, Llegaran las próximas elecciones europeas y nos volverán a presentar la misma excusa.

La Unión Europea y España caminan hacia ninguna parte. El Brexit no ha tocado a la UE. La UE ya estaba tocada y por eso ha surgido el Brexit. En la era de los vehículos sin conductor quizás tengamos que preguntarnos si realmente necesitamos conductores políticos, sobre todo, si se trata de unos conductores, que en su mayoría tienen un carné de conducir regalado. 
 
 
 
(*) Ex funcionario del Parlamento Europeo

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