Son 2.780 millones de euros públicos presuntamente
prevaricados y malversados en la Operación Chamartín, son casi tres mil
razones para comprender por qué el Gobierno de coalición del PSOE con
Unidas Podemos era un farol de Sánchez. Lo que no explican aún esas casi
tres mil razones es la razón por la que se lo tiró.
Posiblemente, lo
hizo con la aviesa intención de salir reforzado del fracaso de su
investidura como presidente, una vez que Iglesias y los suyos quedaran
perjudicados por los también presuntos excesos de las propuestas que
presentaran. Esas propuestas que Carmen Calvo difundió como “exigencias”
en un documento manipulado, escandalosa razón por la que no ha
dimitido.
Lo que sí explican las casi tres mil razones
que derivan de esos 2.780 millones de euros es el interés que el PSOE y
el PP han tenido y tienen en la permanencia de su turnismo
bipartidista. Estaba cantado que el Ibex 35 no iba a permitir la entrada
de las izquierdas en el gobierno del Estado español, y está cantado que
sus herramientas políticas para impedirlo son la alternancia entre los
llamados socialistas (aunque sean neoliberales) y los llamados
conservadores (aunque sean fachas de toda la vida).
La denuncia de
Izquierda Unida y Podemos ante la Fiscalía Anticorrupción viene a
demostrar que esa alternancia es estrategia compartida para el
mantenimiento de un statu quo que disimule el pelotazo y la corrupción
sobre los que se sostiene, a costa de fondos y suelos públicos, su
sistema de réditos económicos privados y privilegios de unos pocos, los
de siempre.
La denuncia demuestra el nivel de
alcoholemia sistémica de esa borrachera de poder con la que PSOE y PP
dan tumbos por turnos del gobierno a la oposición. Porque entre los
denunciados por IU y Podemos están, entre otros del PP, Ana Botella La Absuelta,
Esperanza Aguirre, Alberto Ruiz-Gallardón o Ignacio González, pero
también Josep Borrell y José Luis Ábalos, entre otros del PSOE.
Les
iguala la posibilidad de un mismo banquillo, así como les iguala ese
cordón de contención de las izquierdas que ahora se llama sanitario pero
es una grave enfermedad para la presunta democracia. En realidad, la
verdadera coalición es la suya, la de un PSOE y un PP unidos por
Pegamentos Ibex. También ha sido denunciado Francisco González,
expresidente del BBVA.
La Operación Chamartín fue impulsada tanto por el PSOE
como por el PP. Era una de esas grandes operaciones que
presuntamente favorecen el saneamiento del sistema financiero: tras el
desastre de la burbuja inmobiliaria y la crisis hipotecaria, un pelotazo
urbanístico. Un pelotazo tan sanitario como el cordón que, codo con
codo, anudan ahora contra quienes denuncian a los culpables de la
enfermedad que llamaron crisis, con la que contagiaron a la sociedad
española de pobreza, desahucios de familias, dificultad de acceso a la
vivienda y precariedad laboral.
Todos esos temas menores por los que se
preocupa la formación política Unidas Podemos, seguramente porque es muy
joven, porque aún no tiene 140 años de vida y no ha aprendido las mañas
de los dos grandullones del patio de recreo en que han convertido el
hemiciclo que consideran solo suyo.
Por eso, porque lo
consideran suyo y porque comparten mucho espacio en el sistema de
corrupción, ha estado Sánchez pidiendo la abstención a sus compañeros,
si no de bancada, sí posiblemente de banquillo. Mejor juntos ante la
CEOE, pues ya nos dijo el presidente en funciones que Iglesias no cae
bien a los empresarios, qué sorpresón.
Mejor juntos también ante esta
(presunta) adversidad judicial sobre la Operación Chamartín, de la que
seguramente tenían noticia, teniendo en cuenta que disponen del ministro
Borrell, que maneja mucha información.
Lo que sigue
sin entenderse es la razón por la que el PSOE de Sánchez hizo el paripé
del gobierno de coalición, si lo que persigue es su fifty-fifty
de hegemonía bipartidista y dinamitar a las izquierdas que lo hicieron
tambalear desde aquel 15 de mayo de 2011. Las plazas se llenaron de
consignas que les pusieron delante un espejo donde su cara se confundía
con la del PP. Se veía, claro, muy feo.
Tan feo como lo que hemos visto
hoy: Ábalos compartiendo presunto delito con Aguirre, Borrell
compartiendo presunto delito con los dos González, el del ático y el de
la caja fuerte. Ellos han compartido los réditos (económicos o
políticos) de 2.780 millones de euros presuntamente expoliados a la
arcas públicas. La ciudadanía comparte, en redes, la vergüenza y espera,
sin esperanza, que se haga una Justicia que no llega. Y el bipartidismo
sigue sano como un cordón. Aunque su enfermedad pueda llegar a
obligarles a sentarse en un banquillo.
(*) Activista y escritora
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