Una de las referencias
que el candidato Pedro Sánchez mencionó expresamente en el debate de
investidura fue el Brexit. Argumentó que hay que tener un Gobierno en
plenitud de facultades y no un Gobierno en funciones para el momento en
que se produzca el Brexit, que inevitablemente va a tener un impacto en
nuestro país.
¿En qué tipo de Brexit estaría pensando
Pedro Sánchez? ¿En un abandono definitivo de la Unión Europea por el
Reino Unido o en una situación de parálisis como consecuencia de la
incapacidad por parte del Gobierno y del Parlamento británico de tomar
una decisión?
No creo que nadie tenga en este momento una respuesta
para este interrogante. El referéndum sobre el Brexit tuvo lugar en
2016. En tres años el Gobierno británico no ha sido capaz de alcanzar un
acuerdo con la Unión Europea susceptible de ser aprobado en la Cámara
de los Comunes.
Se ha tenido que prolongar el tiempo de negociación
hasta el punto de que el Reino Unido ha tenido que participar como un
país más de la Unión Europea en las elecciones celebradas el 26 de mayo.
Tras
la sustitución de Teresa May por Boris Johnson como primer ministro se
está dando por supuesto que el 31 de octubre se producirá con seguridad
el Brexit, tanto si se ha podido alcanzar un nuevo acuerdo con la Unión
Europea como si no. Parece ser que es la decisión que tiene ya tomada el
nuevo primer ministro y que ha ordenado a su Gobierno que tenga
preparado un plan de emergencia para la ocasión.
Las reacciones que se
están produciendo en los mercados, devaluación de la libra y
cotizaciones a la baja en las bolsas, parecen indicar que la decisión
tiene credibilidad y que el 31 de octubre el Reino Unido abandonará la
Unión Europea.
Sin embargo, el obstáculo para alcanzar
dicho objetivo sigue siendo para Boris Johnson el mismo que para Teresa
May. En el Parlamento no hay mayoría para aprobar una salida del Reino
Unido de la Unión Europea sin un acuerdo de separación. La mayoría
frente al no acuerdo parece ser incluso superior a la mayoría frente al
acuerdo negociado por el Gobierno presidido por Teresa May.
A menos que
mediante alguna estratagema parlamentaria Boris Johnson consiguiera
evitar que el Parlamento se pronuncie antes del 31 de octubre, el Reino
Unido no podrá salir de la Unión Europea. Como no es verosímil que esa
estratagema pueda ponerse en práctica, aunque pueda intentarse, lo más
probable es que el Reino Unido continúe formando parte de la Unión
Europea el 31 de octubre.
No es para el Brexit para lo
que tendrán que prepararse los Gobiernos de los países de la Unión
Europea, incluido el de España, sino para la parálisis de las relaciones
entre la UE y el Reino Unido, como consecuencia de la parálisis interna
en el sistema político británico.
Tal como están las cosas en este
momento sería más probable que fueran los países de la Unión Europea los
que tuvieran que decidir cómo, en qué condiciones y hasta cuándo el
Reino Unido puede seguir en la UE sin decidir de manera definitiva qué
es lo que quiere hacer.
El Reino Unido no parece encontrarse en
condiciones de tomar la decisión. Quiere decirse, pues, que el 31 de
octubre el Reino Unido no se va a poder ir. Serán los demás países de la
UE los que tendrán que decidir si le permiten seguir o no en su estado
de indefinición.
Para hacer frente a una circunstancia
de esa naturaleza sería todavía más importante que se hubiera producido
la investidura que para hacer frente al Brexit propiamente dicho. Si se
produce el Brexit, la UE en general y cada Estado miembro en particular
tendrán que reaccionar ante el hecho consumado.
Pero si no se produce,
tendrán que entablar entre todos ellos negociaciones para ver cómo se
consigue superar la situación de parálisis. Un presidente en funciones
sería un convidado de piedra.
(*) Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla
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