"Lo mejor es encontrar
una solución antes de ir a elecciones", dijo Felipe VI durante el posado
veraniego de la familia real en el Palacio de Marivent, Mallorca. La
prensa ha destacado cada detalle de las fotografías. Un rey, jefe de
Estado hereditario, no debería entrar en esos comentarios, dado el papel
que le atribuye la Constitución.
A tenor de la ideología que manifiesta
a través de numerosos detalles y en particular su famoso discurso del
3-O, el acuerdo que aconseja el monarca no será ni con los
nacionalistas, ni con Unidas Podemos. Pero, palabra de rey, esa frase ha
sido aprovechada por la política patria.
El PP se
apresuró primero a pedir que Felipe VI designe a otro candidato. Esto en
democracias parlamentarias no funciona exactamente así. Para nada,
vamos. Y ya, en otro subidón, plantea que sea Pablo Casado el candidato
con sus 66 diputados, el peor resultado en la historia del PP.
Contarían, nos anuncian, con "los constitucionalistas" (selectivos, de
un par de artículos) que ahora han quedado reducidos al propio PP y
Ciudadanos. A los que pactan con Vox como si fuera lo más natural del
mundo. Ni siquiera el PSOE es ya constitucionalista para esta triple
ultraderecha tan rumbosa. Y le piden abstenerse, devolviendo la pelota.
Con amplia sonrisa, Pedro Sánchez responde al quite y dice: "el Gobierno tampoco quiere nuevas elecciones pero "habrá que ver si es factible".
Porque ya han anunciado que "el gobierno de coalición" (con Unidas
Podemos) ha fracasado. ¿Cuándo? ¿Antes de empezar a andar? Lo factible
es el gesto que piden al PP, la vicepresidenta Carmen Calvo sobre todo:
que se abstenga y permite gobernar al PSOE. Democracia a base de
favores y no de mayorías.
Es un momento idóneo para
que los Anticapitalistas cuestionen el liderazgo de Pablo Iglesias, dado
por otra mayoría: la de los inscritos. El desgajado Íñigo Errejón, en
su tercera entrevista en El País en 15 días -amén de las emitidas por
otros medios-, suelta la frase certera: "Yo sí habría aceptado la oferta
de Pedro Sánchez". Y otra, en crítica a los estragos de la política
"viril". ¿Cómo?
Este simpático juego de intereses
políticos se desarrolla ante millones de ciudadanos, españoles y
extranjeros, con sus propios problemas, en algunos casos de necesidades
esenciales. Y no hay derecho. Las víctimas se resienten. Victimas de
todo tipo, de la banalidad también, del desamparo que produce ver
algunas de las manos en las que estamos. No es un juego, ni da risa.
Hay
que sobrevolar las redes sociales para comprobar las dimensiones de la
irritación que se respira. Sobrevolar solo, poner la punta del pie
siquiera es como meterlo en una piscina de pirañas. Las tropas de
adictos a los diferentes contendientes –algunos periodistas incluidos-
hurgan en lo más recóndito de su vocabulario para buscar insultos. Ven
defectos y agravios exclusivamente en los otros. Vuelan piedras con machos alfa, caudillos
y "la collares" de antiguos fans del partido primigenio. No hay en el
mundo gente más detestable que los "podemitas" o los simpatizantes del
PSOE, según el bando.
Entretanto, la ultraderecha
asiste a sus días de mayor gloria desde el franquismo. El sector azul y
naranja lavan y lavan a sus socios de Vox. Una de las noticias más
graves del año es ésta: "PP y Ciudadanos apoyan que Vox esté en la comisión de Secretos Oficiales del Congreso".
Los asuntos de tal envergadura que ocultan a la sociedad en manos de
los neofascismos apenas remozados. Para su disfrute y uso.
A meter en la
bolsa de las mentiras continuas que desgranan varios de ellos y que
difunden en bulos sus seguidores. Si apoyas a la ultraderecha,
compartes gobiernos y tareas, eres ultraderecha. Por eso hablo de tres
ultraderechas. Que no se ocultan en verdad. Dice Villegas que
Ciudadanos quiere aplicar ya el 155 en Cataluña: "No hay que esperar al asesinato para detener al asesino". "Justicia" preventiva. Asesinos. Tiras la piedra y escondes la mano.
Asesinos.
80 años después de su fusilamiento por el régimen golpista de Franco,
recién terminada la guerra civil que provocaron, las 13 rosas han sido
cuestionadas por esas hordas de descerebrados que fomenta la
incorporación ultra a lo cotidiano. Lo merecían y un tribunal las
condenó, dicen.
Las violaciones en grupo dependen para
su catalogación de la nacionalidad de los agresores. Porcentaje y
autoría no se rigen por los datos, sino por el "me lo creo" o "no me lo
creo". Y ya está. Se atribuyen delitos y se llegan a publicar
fotografías de inocentes. Si la chusma lo cree, ya sirve. Mientras, en
el balance diario, 6 hombres violan a una chica de 18 años en Bilbao que
termina en un hospital.
Otro sujeto, en L'Hospitalet de Llobregat,
Barcelona, mata a su ex pareja por lo que le venga en gana. Y la junta
de la triple derecha en Andalucía se merca un anuncio de modelos
extranjeras, exultantes de felicidad, tipo Viva la vida, en una campaña contra los malos tratos a las mujeres.
Estados
Unidos se está viendo sacudido por un peligroso terrorismo, el más
tolerado, el de los supremacistas blancos, alias "casos aislados".
Trump señaló las dianas del racismo. Trump, el que insulta hasta el llanto de periodistas sosegados. El "loco" nuevo gendarme del mundo, en pelea económica ahora con China y de réditos electorales también con Venezuela.
No
sé si en las playas pelean los veraneantes por el mínimo espacio para
la toalla.
No sé si trabajando con este asfixiante calor en las ciudades
está justificado dejar en tierra a las 12 de la noche a una niña de 15 años
en el autobús Madrid-Las Rozas porque no llevaba cambio y el conductor
cumplía el reglamento al no dárselo de un billete de 20 euros, según responde la empresa de la Comunidad de Madrid.
Contamos
con otras certezas rotundas, sin embargo. Aumenta el desencanto y la
crispación. El dolor no se evapora haciendo daño, transfiriéndolo a
quien está más cerca o más lejos: lo expande. Lo mismo la rabia que
añade un efecto bumerán. Todavía la lucidez se mantiene a cargo de la
situación en una serie de puntales. Sin gritos, ni brillos, igual es lo
que logra que todo esto siga funcionando.
(*) Periodista
No hay comentarios:
Publicar un comentario