Trata bien a tu mayordomo. Si algún día
te arruinas, ocupará las principales estancias de tu mansión, te verás
obligado a pedirle un préstamo y no podrás olvidar que dispone de una
copia de las llaves. Al PP murciano, tras perder las elecciones, solo le
faltaba para mayor humillación tener que negociar con Luis Gestoso, a
quien siempre menospreciaron: «Cosas de Gestoso».
A Gestoso, soy
testigo, lo estimaba más el historiador Fernando García de Cortázar
(compartí con ambos hace muchos años unas cervezas en la terraza del
Papá Juan) que los compañeros de su partido entonces, que lo tenían en
el 112 para que satisfaciera sus fantasías pseudomilitares, hasta que
los terremotos de Lorca de 2011 demostraron que gracias a él (y sólo
gracias a él) los lorquinos pudieron sentirse verdaderamente protegidos
en las primeras horas, mientras sus jefes se daban codazos para hacerse
fotos con el recién aterrizado Príncipe Felipe.
Algo similar ocurrió
cuando se inundó la colonia británica de Camposol, en Mazarrón: Gestoso
estuvo allí, en primera línea, metido hasta el cuello en el barro, y
dando aliento a los afectados. Si ocurre una tragedia, todo el mundo
percibe el desamparo, pues la Administración es un estamento burocrático
que queda muy lejos, pero si tienes a tu lado a un director general
levantando cascotes como cualquier voluntario, tal vez recuperes la
confianza. Como el día de aquel accidente de autobús, en que Gestoso
regresó a casa con las botas manchadas de sangre humana.
No
voy a blanquear a Gestoso. Al final ha encontrado su zona de confort en
Vox, un partido con una ideología perfectamente descriptible. Sólo
pretendo señalar que, aunque ahora esté en labores estrictamente
políticas, sigue siendo un hombre de acción. No le van las componendas, y
menos las que provienen de sus excolegas del PP, a quienes tan bien
conoce. El planchazo que debió llevarse Teodoro García cuando llamó a
Espinosa de los Monteros (esto de Murcia lo resolvemos desde las alturas
de una patada) debió ser de aurora boreal: lo remitieron a que
negociara con el mayordomo.
Gestoso,
por si fuera necesaria una imagen se retrató para la portada de La Opinión del pasado martes, en su domicilio, frente a un espejo veneciano
del XVIII (para que se sepa de qué estamos hablando), en el que se
reflejaba provisto de una mochila de camuflaje militar con la banderita
de España, dispuesto a dar guerra, una pose cuya intención, sea o no
voluntaria, remite irremediablemente a la famosa escena de Taxi Driver
en que Robert de Niro se reta a sí mismo en la figura doblada antes de
salir a la calle a cambiar el mundo a su manera.
Santiago Segura parodió
esa imagen en su primer Torrente, y es que puede ser graciosa, pero
para quien la interpreta, que es a lo que vamos, resulta muy seria.
Gestoso es uno de esos soldados con una misión, y en la batalla, el
último que se retira. No es fácil reconducirlo a otros objetivos.
Si
seguimos con las iconografías políticas, conviene reparar también en el
vestuario elegido por la líder electoral de Ciudadanos, Isabel Franco,
para ir a firmar el pacto de Gobierno con Fernando López Miras. En el
archivo de este periódico, que recoge durante años su actividad pública
profesional, y desde hace bien poco, la política, no hay una sola foto
con indumentaria tan solemne como la que usó para ese evento.
Al revés:
suele exhibir colores intensos y floreados al borde de la discreción.
Pues bien, para firmar el pacto de Gobierno se vistió de luto integral
en un día de verano en que los termómetros marcaban cuarenta grados a la
sombra. Lo hizo el mismo día en que su colega de Castilla y León,
Francisco Igea, cambiaba en el perfil de sus redes sociales su propia
foto por la de Toni Roldán, dimitido de la dirección de Ciudadanos por
discrepancias sobre el color de los pactos.
¿Era el luto de Isabel
Franco una discreta e íntima señal, a sabiendas de que el día de la boda
las novias suelen vestir de blanco? Si le preguntan por este detalle,
lo desmentirá, pero aquí mantengo que ese negro es luto.
Y
un tercer apunte. Hace un par de semanas publicamos un artículo del
colectivo LGTBI en el que se advertía a Isabel Franco, que les había
dado su apoyo en reuniones previas a la campaña electoral, la
incompatibilidad de mantener ese compromiso en un Gobierno surgido con
el beneplácito de Vox. Y así parece, por lo que expresa el 'documento
programático' de este partido para ofrecer su plácet a un pacto PP-Cs.
Quédense con la copla: si al final hubiera un Gobierno de verdadero
cambio en esta Región sería gracias al colectivo LGTBI. Qué orgullo.
(*) Columnista
https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2019/06/27/niro-enlutada-colectivo-lgtbi/1033617.html
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