¿Querían ustedes diálogo? Sírvanse. Diálogo es lo que a bombo y platillo anuncia El País. Diálogo sobre Catalunya.
Sin Catalunya. Diálogo es, pues hablan dos, como podría ser sobre el
tiempo del finde. Ni por asomo lo que pretenden los indepes, que se
quieren sujetos dialogantes y se encuentran objetos dialogados.
La
imagen sorprende porque no sorprende. Es la unión nacional, la gran
coalición siempre anhelada del viejo bipartidismo. La unión del 155, que
ya funcionaba con Rajoy en el gobierno y Sánchez en la oposición. La
unión sagrada con un policía bueno y un policía malo. Ahora toca el
bueno y el malo se pone a sus órdenes.
Sánchez
administra su menguada victoria con protocolos señoriales. Pone en fila
la oposición. Fuera de la fila, los nacionalistas. En las regiones
hiperbóreas, los indepes.
La
política española gira en torno a Catalunya, aunque los catalanes ahora
pinten poco. Sánchez está blindado. No habla: dicta el silencio con
respecto a Catalunya Los demás partidos luchan por encontrar un hueco.
El PP y C's se buscan las vueltas. Podemos mendiga alguna atención y Vox
dará los gritos de rigor. Casado, ungido líder de la oposición por un
magnánimo Sánchez, ya no dice barbaridades y va por ahí repartiendo
consejos y pidiendo la colaboración de Rivera para dar a España un
gobierno estable que vigile por su unidad. Rivera, sin embargo,
sempiterno Ganelon de todas las batallas, se apresta a traicionarlo y a
votar en contra del gobierno.
Todo irrelevante. La peripecia de la JEC y la prohibición de Puigdemont que ahora contraataca
es determinante del futuro inmediato. Mucho más que si el gobierno es
al final monocolor o de coalición. Monocolor, bicolor o multicolor, se
enfrenta a una batalla en el exterior que tiene perdida de antemano por
el mero hecho de que se esté librando.
Una batalla que suscita
comparaciones bíblicas (David/Goliat) o legendarias frente a las cuales
las cohortes borrellianas se batirán en retirada como los blue meanies del
Submarino Amarillo. El destino de España se juega en Catalunya y el de
Catalunya, en Europa. Así que el destino de España se juega en Europa,
lugar maligno de la leyenda negra. Malo.
Lo importante es el efecto de esta situación en Catalunya. Fracasada la expectativa de leverage
en el Congreso, la política independentista vuelve a su ámbito natural
catalán. Las elecciones del 26M son muy importantes. Debieran estas
tener presente la experiencia de las del 28A. El unionismo se aviene a
dialogar selectivamente si no tiene fuerza para impedirlo.
Si la tiene
no solo no dialoga, sino que agrede al independentismo sin hacer
distinciones entre los agredidos, todos los independentistas. Justa
respuesta será que Catalunya se cubra de ayuntamientos independentistas,
como, en realidad, ya lo está.
El
independentismo hará bien en reclamar diálogo al Estado. Pero hará
mejor arbitrando políticas propias para consolidar la República
independiente porque ese diálogo, que debiera ser con el independentismo
sobre Catalunya y España, no se dará nunca. En cambio, se darán las
sentencias del Tribunal Supremo en el juicio/farsa del 1-O. Para ese
momento debe estar preparada la respuesta del independentismo. Una
sola.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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