VALENCIA.-Cuando el 22 de mayo de 2018 los agentes de la Unidad Central
Operativa (UCO) de la Guardia Civil se presentaron en casa de Eduardo
Zaplana para detenerle, el ex ministro estaba convencido de que el
arresto obedecía a la operación Lezo, la investigación
por presuntas irregularidades en el Canal de Isabel II que tiene al ex
presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, como uno de los
principales implicados, desvela hoy El Mundo.
El
nombre del ex persidente de la Generalitat Valenciana ya había pululado
por el asunto y, de hecho, la Fiscalía Anticorrupción lo vinculó con
él. Zaplana lo sabía y por eso creía que, tal como había solicitado el
Ministerio Público cinco meses antes, se le investigaba por ello.
Zaplana pensó que había llegado el momento de responder por una supuesta vinculación con Lezo y no se separó de esta idea hasta que estuvo ante la juez y el fiscal de Erial,
ya en la tarde noche del 24 de mayo, unos días interminables para el ex
ministro.
La causa estaba todavía secreta pero en su auto, la magistrada le daba un apertivo de lo que estaba por venir: la fructífera relación bidireccional con los Cotino.
La causa estaba todavía secreta pero en su auto, la magistrada le daba un apertivo de lo que estaba por venir: la fructífera relación bidireccional con los Cotino.
Ahí fue donde Zaplana comenzó a creer que Erial, efectivamente, había explotado.
El ex ministro quedó confundido pues pensaba que la feria de salida de
dinero opaco de España y su retorno que le atribuyen estaba fuera de
toda lupa.
No se lo esperaba. Con lo que quizá tampoco contaba era con que quien fuera su testaferro fuera de España y la persona que, presuntamente, movía el dinero de la trama en el extrajero le dejara caer. Esa traición no le ha sido indiferente.
No se lo esperaba. Con lo que quizá tampoco contaba era con que quien fuera su testaferro fuera de España y la persona que, presuntamente, movía el dinero de la trama en el extrajero le dejara caer. Esa traición no le ha sido indiferente.
El abogado uruguayo Fernando Belhot ha sido su mayor verdugo
al declarar -tras un pacto con Anticorrupción que le permitió pasar de
estar imputado a ser testigo- que Zaplana era la persona que dirigía la
trama por la que obtuvo, indica el sumario, cerca de once millones en mordidas de la familia Cotino como 'agradecimiento' a los 85,6 millones que le hizo ganar sirviéndoles los contratos públicos más jugosos de la Comunidad Valenciana.
El
ex ministro creía que estos negocios que le atribuye la Justicia
estaban a salvo de la luz y los taquígrafos. Belhot prefirió salvarse
él, algo con lo que seguramente tampoco contaba Zaplana, y hablar, detallar y señalar.
Se da la circunstancia de que es conocido también como uno de los testaferros de Ignacio González. Por eso, en un primer momento el ex ministro pensó que su arresto tenía que ver con las irregularidades detectadas en el canal de Isabel II. Le costó ver que la cosa no iba por ahí.
Se da la circunstancia de que es conocido también como uno de los testaferros de Ignacio González. Por eso, en un primer momento el ex ministro pensó que su arresto tenía que ver con las irregularidades detectadas en el canal de Isabel II. Le costó ver que la cosa no iba por ahí.
Zaplana
era conocedor de que la Fiscalía quería vincularlo con González. Prueba
de ello es el escrito que cinco meses antes de su detención
Anticorrupción remitió al juzgado: «La irrupción en
escena de Zaplana, permite descubrir, por lo temas tratados en
reuniones que ha mantenido con González (están estudiando la forma de
adquirir una sociedad opaca para blanquear indiciariamente dinero
oculto), que pudo participar en el reparto de dinero
público desviado».
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