viernes, 15 de marzo de 2019

Facin la seva feina / Ramón Cotarelo *

Equivocarse no es la palabra. Es un eufemismo. Sabían lo que hacían. Enmerdar. Les ha salido el tiro por la culata y han quedado finolis y con un plan hecho trizas. El plan de provocar la violencia para hacer un escarmiento.

Las acusaciones públicas (la privada está en Babia) ruegan ahora porque el tribunal dé por inexistente la violencia que se han inventado y llevan un mes tratando de demostrar infructuosamente. 
 
Porque, si se da la violencia por probada, después de la declaración de Trapero, las responsables serían las autoridades españolas. Habría que buscar a los rebeldes entre jueces y fiscales. El proceso reventado.

Salvo si preguntan a El País, para quien La confesión de Trapero apuntilla a Puigdemont. Aparte del infantil deseo de que, por favor, alguien acabe de una vez con esta pesadilla de la República, el Consell, Puigdemont y demás entes malignos, el titular haría las delicias de cualquier de-constructor: tono ominoso, ya encabezado por el término "confesión", con una carga moral absolutamente ajena a una "declaración" o "deposición", que es lo que ha habido. No una acusación que pruebe nada de Puigdemont. 
 
La absoluta españolidad del enunciado, propio de la raza que considera las corridas de toros un "bien cultural" o "espiritual", vaya usted a saber, aparece en el verbo "apuntillar". Imagínense, el subconsciente del personal: primero han toreado y luego apuntillado a Puigdemont. Qué más quisieran ellos.

Para la brigada Arriba España la explosión del proceso por obvia inexistencia de causa constituye una prueba de que Puigdemont está acabado y, con él, se entiende, ese delirio de la independencia de Catalunya. ¿Cómo llega el famoso rotativo, ejemplo que fue un día de mentes preclaras, a justificar el monumental ridículo de este proceso?

Lo de "monumental ridículo" es un understatement. Farsa burlesca, teatro del absurdo, astracanada sin paliativos. Y seguiremos quedándonos cortos. Veamos:

1) ante la inexistencia patente de otra violencia real que la de los cuerpos y fuerzas etc,
2) se pasa a "violencia programada" o "potencial" a cargo de los 17.000 Mossos armados.
3) Armados y a las órdenes de los secesionistas, según declaraciones anteriores de españoles.
4) Trapero, sin embargo, advirtió al Govern de que los Mossos harían cumplir la ley española.
5) Los Mossos no estaban a las órdenes políticas del Govern.
6) Tenían un plan de detener al Govern en pleno si la fiscalía o un juez así lo ordenaban.
7) Esas órdenes no se dieron.
8) Trapero cumplió con su deber de obediencia a la legalidad española.
9) Y Puigdemont también cuando contestó a las advertencias de Trapero "cumpla con su deber".
10) Al decir que ambas partes se equivocaron con los Mossos, Trapero no es justo con Puigdemont.

El conflicto es político. El político asume su responsabilidad y ordena al funcionario que cumpla con su deber. ¿En dónde está la falta? ¿En dónde el reproche? Obviamente, en el hecho de que quienes estaban obligados a emitir las órdenes por cuyo supuesto incumplimiento acusan ahora a doce personas, no las emitieron.

Así que, menos mal que no hubo violencia alguna. 

Ahora toca terminar cuanto antes, absolver con todos los pronunciamientos favorables y rogar a Sant Ramon de Penyafort que los de Vox no se querellen contra la fiscalía y un puñado de jueces por no haber defendido la legalidad de la Patria española. 

Pongan nombre a esto.
 
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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