Pues claro, hombre. Y hay quien dice
sorprenderse. Toma cuerpo la comparación que Palinuro suele establecer
en términos livianos con De Gaulle y Pimpinela Escarlata. Del primero
trae el MHP Puigdemont la legitimidad universalmenente reconocida para
representar el país ocupado; es su símbolo exterior.
De Pimpinela, la
flexibilidad, la audacia y la inventiva. Calíbrese la importancia de que
uno de los diputados del próximo Parlamento europeo sea el presidente
de la República catalana, fugado para el Estado español y exiliado político para todo el mundo.
A
pesar de lo anterior, Puigdemont hizo lo que pudo por conseguir lista
única indepe a todas las elecciones, al tiempo que dejaba clara la
correspondiente posición en la política española. Ni jirones quedan de
la bruma de sospechas sobre la integridad del independentismo burgués.
Para dejarlo bien claro, en un gesto tan infrecuente como encomiable, se
ofreció de segundo en una lista unitaria al Parlamento europeo, por
detrás de Junqueras. No sé qué más puede pedirse en términos de hechos;
no de palabras.
Resultado:
en estos momentos, Puigdemont simboliza el independentismo en versión
exterior por encima de los partidos, por estar tan abierto a la unidad
con ERC como con la CUP.
Duran acaba de expresarlo con clarividencia: "siempre creí que Puigdemont era más de la CUP que de CiU" Clarividencia, no originalidad, pues esa pinza JxC/CUP era evidente. Lo dijo Valtonyc: Puigdemont es un anarquista.
Caramba con el rapero. También se anunciaba ya en el famoso abrazo de
Mas y David Fernández. Y es que no es un asunto de personas, sino de
clase. La burguesía, ahora, sí es independentista. Y eso toca muchas
convicciones e intereses muy arraigados.
Así,
quienes quedan mal parados son ERC y CUP. El caso de ERC es
particularmente dramático porque tiene elementos personales y colectivos
difíciles de tratar, sobre todo los primeros. Ayuda a entenderlo
recordar la máxima heracliteana de que el carácter es el destino del ser
humano.
¿Cuál
es la explicación? Que tanto ERC como CUP son partidos o agrupaciones
de tales, con dinámica de partidos, aunque de organización y
funcionamiento interno distintos. Pero partidos con horizontes y
costumbres de partidos. ERC busca alianzas fuera de Catalunya, tanto en
las europeas como en las legislativas, pero dentro del Estado español.
Esto es más o menos compatible con la concentración en la tarea de
cumplir el mandato del 1-O, que sigue siendo la primordial. Poco lo es,
en principio, tejer alianzas fuera y no en Catalunya, dando la impresión
de que prevalece la participación en el sistema español sobre la
República catalana. Es escasamente explicable por vía inercial y, aunque
se considere oportuno como táctica electoral, quizá no lo sea tanto.
La
CUP no parece haber dado una explicación satisfactoria a su "no" a
participar el 28A o yo me la he perdido. He leído unas confusas
reflexiones sobre la necesidad de recogerse y concentrarse en el ámbito
municipal. La decisión no es compatible con la primacía de lo nacional.
Porque el argumento de que la representación catalana en Madrid no lleva
un auténtico proyecto rupturista (o algo así), no solo es injusto con
los otros partidos indepes, sino ilógico.
En principio, la CUP habría de
pensar que su presencia en el Parlamento español sería garantía de la
autenticidad del proyecto. Más bien cabe sospechar que el "no" viene
arrastrado por una tradición partidista de las banderas de nuestros
padres, con escasa atención a lo crítico y, sobre todo, insólito, de la
situación. No se han atrevido a encarar los nuevos tiempos en los nuevos
terrenos
Puigdemont
también es de partido. Si y no. A estas alturas eso importa ya poco,
sobre todo, dado el galimatías en que su liderazgo tiene a la
constelación de la derecha independentista. El grito de alarma de los
medios unionistas de que Puigdemont aboca al cisma al PDeCat,
aparte de delatar la obsesión por dividir a los indepes, indica
desesperación ante una batalla de antemano perdida.
Aunque felicitándose
por lo que consideran el fraccionamiento del adversario, los medios
temen una intensificación del independentismo enemigo de componendas. La
CUP no se presenta. Sus electores quedan en libertad. Cada cual hará el
vaticinio que le cuadre, pero uno de ellos es que el voto cupaire irá
mayoritariamente a JxC.
Tanto por lo claro de las posiciones de estos
como por la ambigüedad que embarga la candidatura de ERC, cuyos
electores se preguntan si votan a un partido exclusivamente
independentista u otro con un plan B de imbricación en la política
española mientras la catalana se encuentra en standby.
Con
todo y con eso, no puede quedar duda alguna de que, sean como sean las
candidaturas y sean cuales sean los resultados, la unidad de acción se
mantendrá a toda costa.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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