“Yo
soy Soberano y ningún ser tiene derecho a molestarme, ni a
ofenderme, ni a robar mi energía.” A la inversa, yo le
debo el mismo respeto a los demás. Ésta es mi declaración de
principios al comenzar este artículo. La violación frecuente
de esta Ley universal del respeto
personal es la causa de todos los conflictos y de todos los
sufrimientos que existen en el mundo.
Esto no sólo es un principio universal, sino además una ley
divina a la que tenemos derecho de nacimiento todos los seres que
hemos encarnado en este mundo. No se trata pues de defender ningún
privilegio, sino de partir de un punto común de Respeto personal
con el fin de entendernos y convivir sin conflictos.
La soberanía personal
es el poder supremo que corresponde a una persona independiente, y
que va acompañada de una virtud de alteza o excelencia, no
superada en cualquier orden inmaterial. Una persona soberana
es aquella que ejerce o posee una autoridad suprema independiente.
Por desgracia, vivimos
en una sociedad donde se falta el respeto constantemente, en
todos los ámbitos y en todos los órdenes, en la familia, en la
pareja, en la escuela, en la religión, en la milicia, el trabajo,
etc. y esto crea una enorme masa de ciudadanos
ofendidos por las humillaciones recibidas, que
se sienten heridos en su amor propio o en su
dignidad, lo que produce
una pérdida de la autoestima,
cuyo rencor se
arrastra durante toda la vida en el
inconsciente, por muchos
Padrenuestros en los que digamos “perdónanos
nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a quienes nos
ofenden”.
Tratamos
de ser buenos cristianos, pero no siempre lo conseguimos. Para
borrarlo sería necesario una terapia personal de
regresión consciente,
como yo hice hace años.
Ofender es humillar o herir el
amor propio o la dignidad de alguien, ridiculizarlo
o ponerlo en evidencia
con palabras
o con hechos, e incluso hacer daño a alguien físicamente,
hiriéndolo o maltratándolo.
LIBERTAD
SIN IRA
En los sistemas democráticos la
Libertad es un derecho de valor superior que asegura la libre
determinación de las personas.
Consiste en la facultad natural que tiene el ser humano de obrar de
una u otra manera, o
de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.
Su virtud se materializa en
una facilidad, soltura o disposición natural
para hacer algo con destreza.
Por lo tanto, libres somos más eficientes y podemos hacer
mejor cualquier trabajo.
Alguien
puede objetar que si somos libres podemos equivocarnos, pero también
podemos acertar, porque el derecho a acertar o a cometer
errores es nuestra responsabilidad personal.
En cualquier caso, prefiero equivocarme yo mismo, a que
otro se equivoque por mí. Unas
veces se acierta y otras veces se aprende,
porque aprendemos a través del error.
Por
el contrario la esclavitud
es la sujeción excesiva
a la que
se ve sometida una persona a otra, o a un trabajo u obligación, y
desde el punto de vista moral es la sujeción rigurosa y
fuerte a las pasiones y afectos del alma.
Es decir, no
dejarse arrastrar por las pasiones más bajas.
Pero la definición que más
me gusta es esta.- Esclavitud es ser colocado en el tiempo
y en el espacio de otra persona.
Por eso se divorcian tantas
parejas, porque dejan de compartir el mismo tiempo, el mismo espacio
y la misma realidad. Cada
no se encierra en su rollo personal.
Bien
es verdad que no existe una libertad
absoluta, porque:
-
lo primero es el respeto a la legalidad vigente,
-
lo segundo es no hacer daño a nadie,
-
lo tercero es el respeto a todos los seres humanos y animales,
-
y lo cuarto es el respeto a uno mismo.
Fernando Savater dijo la
frase de que “la
libertad de mi puño termina donde empieza tu cara”.
También es cierto que, en teoría,
uno tendría el derecho de hacerse daño a sí mismo,
e incluso hasta de suicidarse, si no lo prohíbe la ley del país,
pero yo les suplico humildemente a todos mis
hermanos que no ejerzan ese derecho,
porque el cuerpo humano es un valioso instrumento divino
que nos ha regalado el
Creador para poder vivir
experiencias en este mundo que nos ayuden al crecimiento
del Alma, por muy
desagradables que sean estas, y a vez poder ayudar a otros
seres a aliviar su sufrimiento,
que es lo más bello que existe, puro Amor incondicional.
El problema fundamental es que
vivimos en un mundo corrompido en el que ofender y robar
energía a los demás se ha convertido en un vicio nefasto,
desde las clases sociales más bajas hasta
las más altas, y a eso lo llaman “capitalismo
salvaje” o sociedad
competitiva.
Así pues, ejerzamos
nuestro derecho a la legítima defensa y no nos
dejemos pisar por nada ni por nadie. ¡Deseo
que sean libres, felices, poderosos y
cariñosos todos mis
hermanos y hermanas!
(*) Periodista
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