Una ingeniosa novela de Mark Twain,
titulada “El billete del millón de libras”, narra las peripecias de un
poseedor de un billete legal del Banco de Inglaterra por ese valor como
ejercicio de una apuesta: si el poseedor puede sobrevivir en el Londres
de fines del XIX con ese billete en el bolsillo sin ir a la cárcel. Un
millón de libras es una cantidad desmesurada y también puede serlo si en
lugar de libras es de afiliados a algo como el Consell per la
República.
Cuando
vi por primera la cantidad, comenté que no me parecía prudente
especificarla y menos tan alta por el temor de que, de no alcanzarse, se
vería como un fracaso. Mucho interesa al Consell la cantidad de
afiliados, pero su importancia y necesidad no se agotan en ella.
También cabe recordar que las grandes expectativas a veces terminan en
grandes derrotas; pero otras lo hacen en grandes victorias y no hay modo
de saber de antemano.
Es
la cantidad del millón la que opera como un cerrojo, porque se puede
medir, claro. Y comparar, lo que es peor. Los afiliados al Consell son
cincuenta y tantos mil. Mucho para las condiciones en que el proyecto se
gestó y puso en marcha y poco para las expectativas suscitadas. Las
dos cantidades juntas, 1 millón/53.000 apuntan a un problema de falta de
información o, incluso, de cierta confusión que paralizan el
crecimiento de la legitimidad.
La
confusión se origina en la falta de clara distinción entre el Consell y
la Crida que, por cierto, celebra este mes su asamblea constitutiva. A
la confusión ayuda que entre ambas haya algunas coincidencias de
nombres, especialmente la del MHP Puigdemont. Sin embargo no es difícil
explicar que, siendo el Consell y la Crida entes de naturaleza distinta,
las coincidencias personales no son incompatibilidades.
La
insuficiencia de información es más paralizante. La falta de claridad
sobre la naturaleza del Consell, sus funciones, su composición y
funcionamiento, llevan a la indecisión de muchas personas . Es un
defecto visible en los comentarios en las redes. Y precisamente esto
pone sobre aviso acerca de una contradicción en el Consell.
Este es un
órgano con atribuciones de jefatura de Estado más o menos colegiada de
una República digital, recuérdese. Y con cincuenta y tantos mil
afiliados al Consell, ¿no se puede explicar, estructurar la información y
difundirla por las redes? Claro que se puede.¿Por qué no se hace?
Porque faltan los contenidos esenciales de esa información.
Es
preciso un vademécum del Consell desde el que diseminar la información
veraz y pertinente sobre el Consell. Con esa información de libre acceso
y compartición aumentarán las afiliaciones sin duda. La catalana es una
sociedad con alto grado de competencia digital y uso masivo de las
redes. Si la información sobre el Consell está bien planteada, tendrá
éxito, aunque quizá no al tope del millón. Pero quizá tampoco le haga
falta.
El
héroe de Twain no consigue gastar el billete del millón, pero se hace
rico. El Consell puede no llegar al millón de afiliados, pero tiene un
apoyo masivo en Catalunya, cosa que se comprueba observando cómo una
gran mayoría de catalanes considera que Puigdemont es el legítimo
presidente de Catalunya.
Si la observación parece autocomplaciente, piénsese en la diferencia que suele haber en la ciberpolítica entre la
adscripción y la acción. Los índices de partidicpación en las
votaciones de Podemos oscilan en torno al 15% de inscritos.
Las
cantidades, las cifras, cuentan mucho en la política presencial, pero
menos en la digital en donde lo que importa es la difusión de la
información en abierto. Y eso es lo que tiene que hacer el Consell,
informar sobre sí mismo sin copyright, en Creative Commons.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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