miércoles, 16 de enero de 2019

Banqueros, bancos y tribunales / Primo González *

Los banqueros españoles, presentes y pasados, no ganan para pleitos. En los últimos días han saltado a la palestra nuevos casos que ya nada tienen que ver con el trato hacia la clientela a través de las hipotecas, las participaciones preferentes, las obligaciones subordinadas, las salidas a Bolsa, algunas bastante truculentas, las cláusulas suelo y otros tropiezos que han convertido a la litigiosidad bancaria en la estrella de los tribunales de Justicia.

Lo cierto es que la acumulación de tantas causas, algunas penales, está poniendo por los suelos el buen nombre del sector y eso que suele considerarse como la esencia del oficio, la confianza de los demás. La reputación como esencia del oficio nunca había quedado tan expuesta en sus tintes negativos a la valoración pública como en estos últimos años, desde el inicio de la crisis financiera para acá.

Tres casos recientes, aunque de muy distinta naturaleza, han vuelto a subrayar el mal momento del sector. En este caso se trata además de tres cuestiones que afectan a dos de los grandes bancos españoles, en realidad a los dos más grandes, ya que el tercero, CaixaBank, vive bastante ajeno a estos avatares.

Primero ha sido el caso de las escuchas masivas a personalidades de la vida pública (políticos, dirigentes empresariales, periodistas,…) encargadas por BBVA en medio de aquella confusa batalla político bancaria en la que un empresario enredador del sector de la construcción habría intentado el asalto al poder y al control de BBVA contando con la complicidad, al parecer, de instancias políticas en la época en la que Rodríguez Zapatero ocupaba la presidencia del Gobierno o en años adyacentes. 

Las miradas están puestas en el papel que desempeñó en toda aquella batalla el ya ex presidente del banco, Francisco González. El papel del famoso comisario Villarejo y sus redes de información y escucha tendrá que ser aclarado ya que son muchas las instancias públicas que hay involucradas en las sospechas. El asunto removerá con toda probabilidad las entrañas del banco en cuestión y no resulta gratuito aventurar la larga cola de pleitos que tendrán que afrontar tanto la entidad financiera como los responsables del banco que participaron en los hechos.

Más reciente es la decisión del juez de turno de incluir al Banco Santander en las responsabilidades penales por la gestión pasada de los responsables del Banco Popular, banco absorbido con todas las consecuencias por el Santander, lo que según una interpretación de las leyes penales traslada al banco comprador las responsabilidades incluso penales de los gestores del banco absorbido, a pesar de que se trate de actuaciones anteriores a la propia compra del Popular por el Santander. Una interpretación que dará paso muy probablemente a pleitos en los propios tribunales.

El propio Santander acaba de ser protagonista de un asunto que ha dejado perpleja a toda la comunidad financiera: el banco que preside Ana Botín ha decidido echar para atrás la designación de un prestigioso banquero del banco suizo UBS, Andrea Orcel, al que había designado hace pocos meses como primer ejecutivo de la entidad. 

Parece que la interpretación de la forma en la que este prestigioso banquero italiano tendría que percibir sus honorarios devengados en UBS al contabilizar su participación en beneficios, pagos que tendría que afrontar el Santander, con un importe estimado en torno a los 50 millones de euros, no quedó en su momento suficientemente clara y ahora el banco presidido por Ana Botín opta por anular el trato.

El cobro de las primas por participación en beneficios ha sido regulado en los últimos años por las autoridades supervisoras para evitar suspicacias en relación con la toma de decisiones de los banqueros, de forma que el cálculo y abono de esos bonos o primas de participación en beneficios se retrasaran en el tiempo, alejándolas del momento en el que se tomaron las decisiones bancarias que explican los beneficios. 

De este modo se trata de evitar que los banqueros desarrollen una gestión muy cortoplacista, con altos beneficios a corto plazo, sin prejuicio de que a medio plazo sus decisiones puedan convertirse en perjudiciales para la entidad bancaria, aunque para entonces los ejecutivos responsables ya hayan percibido sus correspondientes bonus. 

Parece que Andrea Orcel ha logrado importantes éxitos en su trabajo al frente de UBS y que los beneficios logrados por el banco le aportarían unas suculentas rentas que habrá de percibir en los años subsiguientes. 

De ahí la disconformidad con la que al parecer afronta el Santander su fichaje, al que tendría que remunerar con los éxitos de su pasado en UBS. Parece que este asunto no ha quedado suficientemente claro en el contrato firmado hace pocos meses, lo que ha llevado a la anulación del mismo. 

Claro que la cuestión posiblemente acabará en los tribunales, porque la ruptura de los acuerdos alcanzados en su día no ha debido dejar nada contento al interesado.


(*) Periodista y economista


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