MADRID.- En 2012, De Guindos no quiso arreglar el funcionamiento del sistema financiero, sino hacerlo de tal forma que él se beneficiase. Su gestión del asunto Bankia fue un dislate y acabar con las Cajas de Ahorro, cediendo a una impresentable presión alemana que mantiene sus cajas de ahorro –Sparkassen- llenas de cadáveres en los armarios, un ejemplo de servilismo al servicio de su carrera, una absoluta falta de lealtad al país, según se afirma hoy en Diario 16.
(Hay que recordar que se trata del gran protector político del murciano Carlos Egea, ex presidente de Caja Murcia y BMN, hoy consejero de Bankia e imputado en un juzgado de Murcia por presunta administración desleal).
Creyó (De Guindos) que a cambio obtendría la recompensa de la Presidencia del
Eurogrupo, pero Alemania ya se la había prometido a los Países Bajos.
De Guindos parece no conocer la historia y desde los tiempos del Duque de
Alba no es fácil que desde aquellas tierras venga nada bueno para el
país.
El resultado de la solución diseñada desde Berlín es conocido:
debilitamiento de la banca comercial tal como la conocemos, con
requerimientos de capital hasta seis veces mayores para financiar a una
pequeña empresa que para dar una hipoteca, desaparición de miles de
puestos de trabajo en el sector financiero y en muchos sectores
industriales, a los que no se permitió refinanciar en el peor momento de
la crisis, y la expulsión de las cajas de ahorro de los entornos
rurales, necesitados de inclusión financiera.
No hay ni un solo caso en Europa en que un ministro de
Economía emprenda una campaña de desprestigio como la que desarrolló de
De Guindos contra el Banco de España, en definitiva contra su propio país.
Algún banquero recuerda las proféticas palabras del gobernador del Banco
de Portugal, Carlos Costa, un amante de España y un admirador del
sistema financiero español, en una reunión mantenida en plena crisis
financiera: “la campaña de desprestigio contra el Banco de España
desarrollada por Luis de Guindos le costará miles de millones de euros
al país”. La humillación del Banco de España fue completa y sus efectos
devastadores. El pretendido efecto de transparencia, otra falsa ilusión
del ministro, tuvo un efecto dañino sobre el país, nadie creía en las
cifras del Banco de España, destrozó su prestigio para siempre, en el
momento crucial en que el BCE se estaba construyendo.
Nadie con poder y
prestigio representó al Banco de España en Frankfurt, italianos,
alemanes y franceses hicieron lo que quisieron para ayudar a sus
maltrechas entidades financieras, a las españolas se les pidió un
esfuerzo descomunal, nadie las defendió.
En una Europa sin conflictos
bélicos, la economía es la herramienta que puede garantizar el bienestar
a largo plazo de los pueblos. En ese terreno, los bancos son los
ejércitos nacionales; en ese ámbito no cabe mayor traición que dejar que
sean los enemigos quienes pongan las reglas del juego.
Desprestigiar al
Banco de España e imponer unas reglas diferentes a los bancos
comerciales con costes indeterminados es una rémora que De Guindos nos
ha dejado para siempre.
De Guindos se plegó a los requerimientos de los bancos de inversión,
de dónde él procedía. Su incapacidad para entender el funcionamiento de
la banca comercial es supina, su capacidad para destruir es enorme, como
demostró.
Aunque su obligación era mantener y vigilar la estabilidad
financiera, nunca se preocupó de ello, expandiendo rumores sobre la
salud del sector y de las entidades que le convenía atacar, como antes
había hecho con el prestigio del Banco de España. Sus off the record con
los medios son recordados por su locuacidad malsana.
Esto es un verdadero acto de falta de patriotismo. Además, Luis de
Guindos contribuyó a la destrucción del sistema hipotecario español,
alentando el populismo y enardeciendo a los jueces, que se han sentido
justicieros, y cuyas sentencias han tenido y tienen consecuencias que
nos afectan cada día.
Desde luego, otra visión sobre la crisis era posible, ya hemos
explicado que era posible reformar el sistema financiero de otra manera,
conservando las Cajas de Ahorro, haciendo pivotar la reforma sobre los
buenos.
Sobre la economía, si De Guindos no hubiese destruido el prestigio del
Banco de España, hubiese habido recursos para enfrentar la crisis con
más fortaleza, si se hubiese optado por una solución a la canadiense,
otorgando una garantía pública a las hipotecas que cumpliesen con unos
requisitos, los bancos y las cajas hubiesen liberado capital con el que
financiar a las empresas en la crisis, si De Guindos supiese algo del
funcionamiento de la economía, se podía haber hecho algo por la
reindustrialización del país e incentivar el dinamismo empresarial…,
pero eso es ya otra historia.
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