El independentismo catalán tiene propiedades alucinógenas. Este titular de El Confidencial es una buena prueba. Sobre todo porque está en la sección de "noticias" y no en la de fábulas.
No
es necesario detenerse en la arrogancia que encierra el verbo "regalar"
y que vaya usted a saber quién lo empleó. Siendo así, además, que eso
de "regalar" no siempre tiene buena fama, desde el temo a los griegos hasta cuando traen regalos. El poeta se quedaba corto. Debiera decir, especialmente cuando traen regalos. ¡Pues menudos son los griegos!
Pero,
bah, seamos serios. ¿Tiene un regalo Iglesias para Puigdemont? ¿Cuál?
Una foto, nos informa el diario. ¿Sí? A cambio ¿de qué? De que
Puigdemont apruebe los presupuestos generales de España que este
gobierno español de izquierda asegura necesitar. O sea: primero, la
aprobación de los PGE y, luego, la foto, el regalo.
Pero eso no es un regalo. Es un pago.
Habiendo
ido el de Podemos a Lledoners con el mismo propósito de que Junqueras
le bendijera estos PGE tan sociales y cosechado la negativa
correspondiente; habiendo Junqueras sostenido esa misma negativa frente
al frente español de empresarios, sindicalistas y otras andaduras de la
existencia, ¿de dónde sale la presunción de que Puigdemont aceptará
aprobar unos presupuestos que los demás independentistas rechazan?
De la desesperación. Y de la ignorancia.
De
no darse cuenta de que en Catalunya la gente se ha jugado mucho y hemos
alcanzado y pasado un punto de no retorno. No hay camino atrás. Es
República sí o sí, y esto va en serio. Catalunya va en serio.
No
como España gobernada por reypublicanos que se sienten encantados con
un rey y se fotografían cayéndole simpáticos y sosteniendo después que
hay que separar lo político de lo personal, como si lo personal no fuera
político. Como si él hubiera ido a una fiesta de La Razón a enseñar las
fotos al rey si no fuera un dirigente político.
No,
no como España, gobernada durante años por un partido que es una
asociación de malhechores. No como España, en donde los tribunales
cambian sus sentencias al gusto de los poderosos. No como España que
presume de ser un Estado democrático de derecho con presos políticos a
base de negar que lo sean, no que deje de haberlos.
No como España, en
donde los partidos políticos, de los que dependen el legislativo y el
ejecutivo, también se reparten el judicial y a eso lo llaman "división
de poderes".
No como en España, gobernada por una oligarquía
neofranquista.
No, no como en España.
¡Ah! ¿Y ustedes creen que Puigdemont necesita una foto con Iglesias? ¿Para qué?
¡Ah! ¿Y ustedes creen que Puigdemont necesita una foto con Iglesias? ¿Para qué?
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
No hay comentarios:
Publicar un comentario