Josep Borrell es un político solitario. Nada comprometido en el juego
de equipo desde sus inicios en política. Pedro Sánchez, astuto, lo
recuperó tras ganar la moción de censura frente a Mariano Rajoy. Era su
sello de españolidad a un gobierno que iba a ser recibido con recelo por
su pacto con los independentistas —un acuerdo a cambio de nada— por el
establishment madrileño: el mediático, el judicial y el financiero.
Seis
meses después, el financiero lo tiene desarbolado, el mediático, en
parte también, y, respecto al judicial, Sánchez ha comprobado que sus
progresos son limitados ya que es coto absoluto de la derecha. ¿El
Gobierno? Pues eso, un astronauta, un juez, una fiscal, barones
territoriales... Borrell ha cumplido su función de contención al
socialismo más tradicional y Sánchez cree que ya no lo necesita.
De ahí la intensidad que tiene la información de que Sánchez quiere
enviarlo a Europa como candidato a las elecciones al Parlamento Europeo
del próximo mes de mayo. Borrell ya ha estado en Bruselas. De hecho, fue
incluso presidente del Parlamento. Se puede decir que el currículum ya
lo tiene. Por eso está entre poco y nada interesado en repetir escaño en
la cámara legislativa. Sánchez llegó incluso a plantearle la opción de
la alcaldía de Madrid, algo que aún obtuvo una resistencia mayor.
Será interesante ver el nivel de resistencia de Borrell y el de
persuasión de Sánchez, que librarán una batalla en las próximas semanas.
Sobre todo, porque Borrell es de Borrell. De nadie más. En cualquier
caso, lo más importante es que para la Moncloa ya no es una pieza
necesaria en el Gobierno.
Solo el apoyo que le otorgan el PP y
Ciudadanos por su perfil antiindependentista lo ha librado de ser
reprobado en el Congreso por el escándalo de la venta privilegiada de
acciones de la multinacional Abengoa, de cuyo consejo de administración
formó parte. Los populares y la formación naranja lo arroparon como si
fuera uno de los suyos (de hecho, en lo sustancial lo es).
Veremos el nivel de resistencia de Borrell a un nuevo retiro dorado
en Bruselas cuando lo que más lo seduce es desarbolar estructuras del
Govern y de la Conselleria d’Exteriors y liderar desde el Ministerio la
cruzada en el extranjero contra el independentismo catalán.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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