Una cosa es el tiempo y el ritmo de la Política y otra lo que
corresponde al orden del Derecho y las instituciones que le sirven. En
toda democracia de libertades, basada en Constitución que separa los
Poderes del Estado, ninguno de éstos puede salirse de sus límites y
Competencias.
En base a este principio el Tribunal Supremo no cede a la
pretensión del Gobierno – políticamente sensible a la demanda
nacionalista de que se excarcele a aquellos de sus políticos enviados a
prisión por el Juez Llarena, en base a sus responsabilidades en la
subversión habida por Cataluña el 1 de Octubre de 2007. En consecuencia
resuelve que los líderes del 1-0 irán presos al juicio.
La negativa del Tribunal Supremo, como no podía ser de otra forma,
subraya el fracaso político de Pedro Sánchez en su estrategia de
apertura a la muy fragmentada posición de las huestes secesionistas:
revueltas en confusa algarabía de tácticas, estrategias y pretensiones;
subsumido y revuelto todo ello en el marasmo presidencial del inefable
Quim Torra, que en sus confusiones de procedimentales no excluyó
escribir al presidente Trump y al Papa pidiéndoles que mediaran entre el
separatismo y el Estado español.
Desde el otro hemisferio del escenario del Tribunal Supremo con el
Gobierno, el del más amplio y complejo panorama político nacional, se
reitera y refuerza la percepción de que el revuelto ideológico en que se
amasó el pacto de Gobierno cursante, no superaría la primera dificultad
seria que ese presentara.
Y menos que ninguna otra, esta del desafío
secesionista en Cataluña, contra el que ya ha fallado en Estrasburgo el
Tribunal Europeo de derechos Humanos. Dato que supone un anticipo del
desplome y fracaso de la campaña independentista en Europa.
(*) Periodista y abogado
No hay comentarios:
Publicar un comentario