Mi artículo de ayer en elMón.cat, titulado Institució i moviment, con ánimo de seguir sacando punta al discurso del MHP Torra. Por cierto, muy bueno el de Jordi Galves al respecto. Buena valoración de Quim Torra.
Guste
o no a los unionistas, la política española se hace en Catalunya. Una
hora o dos después del discurso de Torra salta la noticia de la dimisión
irrevocable de Xavier Domènech que parece haber sorprendido a todos con
la guardia baja. Tanto que llevan ya dos días buscándole una
explicación, pues la motivación familiar no es convincente.
Y,
sin embargo, resulta bastante lógica atendiendo a una causación de
sentido, como corresponde a un político de valores y principios.
Domènech había anunciado que los Comunes no irían a escuchar al MHP
porque su discurso iba dirigido a los independentistas. De aquí se
deducía que los Comunes no son independentistas, cosa bien sabida. Lo
dice Ada Colau y lo subrayaba Domènech con el plante a Torra. Pero la
propuesta de este es un referéndum de autodeterminación pactado con el
Estado, vinculante e internacionalmente mediado.
Exactamente la misma
que propugnan los Comunes. O los comunes son indepes o los indepes son
comunes, pero la incomparecencia fue una decisión absurda y
contraproducente. El PSC, al enviar a una representante, cuando menos
salvó la negra honrilla de la cortesía parlamentaria. Los Comunes
aparecen ahora en el frente de la oposición unionista más cerril. Lo
lógico, en efecto, era dimitir. Sobre todo si, como es de sospechar, el
propio Domènech no compartía la decisión de no asistir. No es su estilo.
En todo caso, el discurso de marras seguirá trayendo consecuencias.
Aquí el texto castellano.
Institución y movimiento
La
palabrería retórica del presidente Sánchez sobre autogobierno y
referéndum, independencia y convivencia muy a tono con el barroquismo
latinoamericano, quería ser su respuesta a la exigencia de los
presidentes Puigdemont y Torra de plantear alguna propuesta concreta
para Cataluña. La huera retórica unionista se acorazaba con la promesa
de aplicar el art. 155 en el caso de que los independentistas no se
avinieran a aceptar como solución un retorno a la vía estatutaria. Así
se calmaba igualmente al sector más fascista de la derecha española,en
el que figura en lugar prominente el actual ministro de Asuntos
Catalanes, José Borrell.
A
continuación, todas las miradas convergieron en el Teatro Nacional de
Catalunya, en el que pronunciaría un discurso sobre “nuestro momento”,
el presidente Torra, del que se esperaba una respuesta al presidente
español. Sin duda recordando que Sánchez había calificado sus
declaraciones de “retórica inflamada”, el MHP articuló una intervención
en tono moderado pero contenido radical. Suaviter in modo, fortiter in
re.
Hablaba
el presidente de la Generalitat, la más alta institución catalana, pero
también el político independentista que, junto a los de su generación,
ha dado el paso decisivo de convertir el catalanismo clásico en
independentismo y de formular un proyecto y programa hacia la República
Catalana Independiente. Su discurso fue una respuesta a las naderías
confusas y las amenazas concretas del presidente español y, desde el
principio, dejó claras tres cosas: no se aceptará la estafa (cabe
calificarla así) de un nuevo estatuto de autonomía, no se acepta la
existencia de presos/as y exiliadas/os políticos y no se abandona el
objetivo de la independencia.
Eso
era el campo de los “noes” que arrancó intensos aplausos entre un
numeroso público identificado con el objetivo independentista. En el
campo de las propuestas (en dos ocasiones insistió Torra en que no
hablaba para presentar una protesta, sino una propuesta), una estuvo
presente del principio al final: ánimo negociador para buscar una
solución negociada con el Estado español cuya fórmula ha de ser lo que
siempre ha reclamado el independentismo catalán y algún grupúsculo de la
izquierda española: un referéndum de autodeterminación vinculante en
Catalunya con mediación internacional.
Dicho
en otros términos: el independentismo no se arredra ante las engañifas
estatutarias ni ante las amenazas y mantiene firme su posición.
Como
presidente de la Generalitat era suficiente para clarificar la
situación. Como político de compromiso independentista y larga
trayectoria, añadiría algo más. El presidente habló de las
instituciones, el govern, el Parlament. El político del movimiento, de
la gente, de él mismo. Y también aquí el discurso –que fue un discurso a
la nación catalana en un momento crucial- expuso la situación en toda
su complejidad y perspectivas. El independentismo, dijo, descansa sobre
tres pilares: las instituciones, los partidos y asociaciones y la
ciudadanía.
Con
la vista puesta en las próximas convocatorias del 11 de septiembre y el
1 de octubre, confirmó que estos aniversarios señalan la hora de la
gente. Fue la gente –es la gente, el pueblo catalán- quien ha encendido
este movimiento, lo ha llevado adelante, lo ha sostenido, ha defendido
la República con su sacrificio frente a la barbarie represiva del
Estado español. En este año, cada cual ha cumplido su deber. Hay gente
en la cárcel, gente en el exilio, centenares de personas represaliadas,
procesadas, perseguidas, por defender el derecho de autodeterminación de
los catalanes.
Y ahora, ¿qué?
Preguntó el presidente en un par de ocasiones. Ahora vuelve a ser el
momento de la gente. Como si fuera una carrera de relevos. En la Diada,
en el 1-O y el 3-O y también en la gran marcha cívica por los derechos
políticos y sociales que el Presidente convoca con un eco de la famosa a
Washington en tiempos de Martin Luther King se da el reconocimiento de
que es el pueblo quien debe mostrar el camino, en la seguridad de que su
nuevo mandato se llevará a la práctica como se llevó el anterior.
Sería
bueno que los demócratas españoles –que alguno quedará- escucharan la
voz del MHP cuando los anima a seguir el ejemplo catalán. Pero no es
imprescindible.
Claro
en un discurso templado pero emocionado se ha visto que nadie flaquea
en el logro del objetivo de una República Catalana independiente en el
seno de una Europa que habrá reconocido y amparado la justicia de su
lucha por la libertad.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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