miércoles, 22 de agosto de 2018

La guerra civil nos sigue removiendo a los españoles / Guillermo Herrera *

Toda la vida me han afectado emocionalmente las imágenes de la guerra civil española, y hasta me han hecho llorar. El ver una trifulca entre mis propios hermanos españoles es algo que me sigue removiendo las entrañas como a muchos otros ciudadanos.
 
Y no es para menos, porque la guerra civil fue el conflicto interno más grave que se ha producido en la historia de España y eso lo tenemos grabado a fuego en nuestra genética y en nuestro inconsciente colectivo.
No me pidan que odie a nadie, porque no puedo. Pídanme que abrace a todas las familias que perdieron un ser querido, sin importar su ideología. También hubo un fusilamiento en mi familia. No me pidan que diga quiénes eran los buenos y quiénes los malos, porque la culpa está muy repartida. No me pidan que me decante por ningún bando porque yo tuve ambos bandos en mis antepasados. Los buenos eran los sanitarios que intentaban salvar vidas humanas como mi abuelo. Los malos eran los que segaban vidas con odio y sin compasión.
Fue una lucha entre la extrema izquierda y la extrema derecha, y ningún extremo lleva razón. El único modo de haberla evitado hubiera sido un compromiso político de centro entre ambos bandos, como propuso don Niceto Alcalá Zamora, pero fue relegado al ostracismo por todos porque nadie quería moderación, y los ánimos estaban muy exaltados. El mismo compromiso de centro que luego logró Adolfo Suárez en la transición, con muchos años de retraso.
Y no es que la democracia parlamentaria sea una maravilla, porque se ha convertido en un pozo sin fondo de corrupción, pero era la solución menos mala y la más aceptable por la comunidad internacional a la que pertenecemos, que tampoco es una maravilla, porque Europa se ha convertido una jaula de grillos mal avenidos.
Unos dicen que la culpa la tuvo el fraude electoral del Frente Popular, otros que la propia República violó sus propias leyes con fusilamientos arbitrarios y quema de iglesias, otros que la culpa la tuvo Franco por dar un golpe de Estado que provocó una guerra civil con un millón de muertos, y este millón de vidas humanas no hay quien lo justifique. Quizás todos lleven razón, y la culpa esté muy repartida. Los historiadores discuten entre ellos, pero Dios juzga.
Es muy difícil hablar de moderación en una España donde la gente se moría de hambre, porque no se puede ser moderado con el estómago vacío. Por eso lo que se perdió fue la cordura y se entró en un estado de locura colectiva asesina, porque los portugueses dicen que los españoles tenemos muy mala leche cuando nos enfadamos.
El bando republicano luchó por una legalidad democrática que ellos mismos violaban, y el bando franquista luchó por un Estado totalitario que estaba fuera de lugar en una Europa democrática. Pero al menos llevaba razón en conservar la integridad territorial de España que estaba en peligro, como lo está ahora cuando algunos pretenden robarnos un trozo de nuestro territorio nacional cultivando el odio.
¡Dura y sangrienta lección la que aprendimos! Unas veces se acierta y otras se aprende. Por eso la única lección que se puede sacar de esta historia tan traumática es nunca más, y aprendamos a amarnos en lugar de odiarnos entre nosotros mismos. Y sobre todo amemos a nuestra gente, a nuestra tierra y a nuestro país que es una maravilla como lo certifican los millones de turistas que vienen a visitarnos todos los años. Un abrazo a todos mis hermanos y disculpen si he ofendido a alguien al tratar este tema.


(*) Periodista

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