MADRID.- La figura del Rey se ha convertido en la diana en la que los
independentistas pretenden canalizar su desafío al Estado de Derecho.
Los ataques al Monarca se han intensificado en las últimas semanas,
coincidiendo con el triunfo de la moción de censura, al punto de que el Govern da por rotas las relaciones con la Corona. Su afrenta llega al extremo de que Quim Torra veta la presencia de Felipe VI en los actos conmemorativos del primer aniversario de los atentados yihadistas de Cataluña. Ante estos desplantes a la Corona, como símbolo de la unidad de España, el Rey mantiene su compromiso con Cataluña
y acudirá a esta comunidad siempre que lo refrende el Gobierno y su
presencia sea oportuna para los intereses generales del país, revela hoy El Mundo.
Desde que accedió al trono, Felipe VI
ha hecho especial hincapié en hacer de la Constitución y su
cumplimiento su guía. No salirse del mandato de la Carta Magna, pero
hacerla cumplir. El bloqueo político en España entre 2015 y 2016 y
Cataluña son dos ejemplos. Su filosofía se resume en las palabras que le
dijo a la princesa Leonor: "Te guiarás permanentemente por la Constitución, cumpliéndola y observándola".
La
Constitución recoge que el Rey es el jefe del Estado, "símbolo de su
unidad y permanencia". Y Felipe VI no está dispuesto a renunciar a ello.
Ni en Cataluña ni en ninguna comunidad. Desde Zarzuela no se responde de manera oficial a las provocaciones de los secesionistas. Pero en la Casa del Rey
se tiene la convicción de que Felipe VI seguirá acudiendo a Cataluña -y
a cualquier comunidad- como "garante de la unidad de España", siempre
que su presencia sea requerida, cuando así lo refrende el Gobierno,
responda a los intereses comunes o suponga un refuerzo para la
proyección internacional del país. Así ha sucedido, y en la institución
zanjan que seguirá sucediendo. Y ponen como ejemplo el Mobile World Congress.
De
hecho, Cataluña es una de las comunidades más visitadas por Felipe VI
desde que accedió al trono en 2014: una treintena de ocasiones.
Aunque
fuentes próximas a Zarzuela admiten que "el ambiente político está como
está", recuerdan que Felipe VI ha acudido recientemente a la
inauguración de los Juegos del Mediterráneo en Tarragona y los Premios Princesa de Girona.
Ambas citas no estaban organizadas por la Generalitat, pero sí gozaba
de máxima intensidad la campaña de desprestigio e intimidación de los
independentistas radicales, con acciones callejeras de los CDR, incluyendo la quema de fotos del Monarca. En Tarragona, Torra amagó con un plante y finalmente acudió y saludó al Rey.
Máxima expresión de un desplante fallido. Y en Gerona, Felipe VI
reafirmó su "compromiso con los valores de una Cataluña de todos y para
todos". Y lo hizo desterrado de Gerona por los independentistas, nombrado persona non grata por el Ayuntamiento, y con los CDR tratando de boicotear su presencia.
Tras
los atentados yihadistas de Cataluña de agosto de 2017, se planteó,
valoró y decidió, con el beneplácito del Gobierno, que Felipe VI
acudiera a la manifestación de repulsa. Su presencia fue aprovechada por los secesionistas para evidenciar su desplante. Felipe VI no sólo acudió a la concentración, sino que junto a la Reina Letizia
visitó a los heridos en los hospitales. Los planes son que para este
primer aniversario se proceda de la misma manera, pese a que aún no hay
convocatoria oficial ni mensaje alguno a Zarzuela. "De momento sólo
tenemos declaraciones políticas", dicen. No se descarta su presencia. Es
más, la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, dijo este lunes que en la reunión entre Pedro Sánchez y Quim Torra ambos acordaron preparar "de común acuerdo" los actos del aniversario. Un espaldarazo para que el Rey acuda.
El
desafío independentista está marcando el reinado de Felipe VI. La
filosofía, en un primer momento, fue la de no mencionar de forma
explícita el conflicto, tratando de dar por superadas ciertas
situaciones. Pero ante la huida hacia delante de Puigdemont
y compañía, en Zarzuela se intensificó la agenda catalana del Rey y en
sus intervenciones mencionó de forma expresa y directa el conflicto
catalán, siempre apelando a la vigencia de la leyes y al mandato
constitucional.
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