Tengo para mí que el digital que mejor sigue la política catalana e informa más cumplidamente sobre ella es El Confidencial. Le
mata un poco un sesgo nacional español muy pronunciado que lo lleva a
confeccionar titulares interpretativos, como ese verbo "chantajear" en
el de hoy que presupone un conocimiento de nefandas intenciones en
Puigdemont quizá meros deseos del periódico.
No obstante, es el único
que trae en portada la presentación en Barcelona de la Crida Nacional per la República.
Es de sentido común hacerlo pues Catalunya es actualmente la cuestión
candente del Estado. Sin embargo, el resto de la prensa española, al
menos la que Palinuro consulta, ha decidido ignorarla. Se ocupa del
tropezón del PSOE en la renovación del Consejo de RTVE, entre temores de
Tamayazo. También de las bribonadas del rey emérito y las del PSOE
amparándolas. Cosas del decadente reino de España.
En
Cataluña, en efecto, presentación de la Crida, bajo responsabilidad de
Puigdemont, Torra y Sánchez. Otro triunvirato, si bien en este hay una
cabeza más visible que las otras, la del presidente-expresidente. Estaba
claro que, en cuanto los tribunales alemanes liberaran a Puigdemont de
la extradición, este se lanzaría a la acción. Se veía venir. Como ahora
se ve venir la convocatoria de elecciones anticipadas, una vez que aquel
tiene base para intentar una lista de presidente que, por muy bien que
den las encuestas para ERC, tiene un tirón fortísimo. En dos horas, el
manifiesto de la Crida contaba ya con 3.500 adhesiones.
El
desarrollo de la República Catalana va articulando poco a poco el
modelo gaullista. El ejecutivo bicéfalo y la formación de un movimiento
suprapartidista dan buena fe de ello. La legitimidad viene aquí de la
fuerza que da la acción exterior y la internacionalización del conflicto
en comparación con la cárcel, cuyo valor simbólico es superior, pero
menor su eficacia. Para los tiempos más próximos, el debate será si
lista única o listas separadas en las próximas elecciones. Esta cuestión
está sutilmente relacionada con la de si se tratará de elecciones
ordinarias o un referéndum.
La Crida Nacional per la República tiene
voluntad suprapartidista y transversal y se supone se dirige también al
voto independentista no alineado con partidos. Pero no es probable que
esa vocación estilo rassemblement se materialice porque no es de
esperar que los partidos decidan sumergirse en el magma movimental. Por
otro lado, tampoco la fusión es necesaria a la hora de maximizar el voto
porque no es disparatado sostener que las dos formas (lista
única/listas separadas) tienen un resultado electoral similar.
Nada obsta la aparición de la Crida para
mantener el principal activo del movimiento indepe que es la unidad de
acción. Mientras siga firme el compromiso de llevar adelante el mandato
del 1-O y el 21 de diciembre no es relevante que haya unos u otros
partidos políticos.
Lo inevitable, sin embargo, es que, en unas elecciones "ordinarias", la Crida (sea
cual sea la forma que finalmente tome en su congreso constitutivo)
actuará como una opción "sifón", que tirará de las otras simplemente
porque es la del presidente. Los nombres lo dicen todo. Puigdemont marca
distancias con el PDeCat, en el que ya rechina el término "partido". El
título Crida Nacional per la República (CNR, que recuerda el
Consejo Nacional de la Resistencia en la Francia ocupada) ha sido
cuidadosamente escogido. La Crida tiene una gran tradición y omite los
partidismos porque es un "llamamiento".
El Nacional deja claro el nivel
del independentismo y el Republicano se mete de lleno en el territorio
que ERC ha reivindicado siempre como propio, el de la República. Pero
eso es acorde con el mandato del 1-O en el que la pregunta a la que la
gente contestó por mayoría abrumadora que sí fue la de si se quería que
Catalunya se convirtiera en un Estado independiente bajo forma de
República. Por eso, el partido/llamamiento/movimiento del presidente se
presenta como el ejecutor del mandato del 1-O.
Hasta el punto de que anuncia su autodisolución una vez haya hecho efectiva la República Catalana.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
No hay comentarios:
Publicar un comentario