El cambio en España se anuncia con tonos
triunfales. El profundo desprestigio del del PP, con la guinda final de
la primera sentencia de la Gürtel forzaron una salida de Rajoy bastante
histriónica e histérica.
El nuevo gobierno se enfrenta a un panorama
desolador en prácticamente todos los campos. No le hará falta repetir lo
de la "herencia recibida" que esgrimió M. Rajoy hasta la saciedad
cuando comenzó su labor de destrucción porque la herencia está a la
vista: la destrucción ha sido completa.
El estado de ruina y postración
en que el PP deja al país con una deuda impagable, la seguridad social
en quiebra, más de tres millones de parados, salarios de miseria,
servicios sociales desastrosos una corrupción galopante y una crisis
constitucional entre España y Catalunya es imposible de ocultar.
Sánchez
insiste en mensajes tranquilizadores y renovadores. Se preferirá, dice,
el consenso a la crispación. Se procurará un equipo de gobierno de
notables en el que se dará especial peso a la competencia para llevar
adelante políticas reformistas y se articularán grandes áreas de acción
gubernativa, Justicia e Interior, Medio Ambiente y otros. Ambiciosa
tarea que incluye desmontar las políticas represivas, reaccionarias o
simplemente corruptas del PP, blindar derechos en la Constitución y
encontrar una propuesta política para Catalunya.
Y todo eso en dos años hasta las próximas elecciones y con 84 diputados.
Parece
bastante difícil, por la desmesura del propósito y lo exiguo de los
recursos humanos. Y teniendo en cuenta, además, que el derrotado PP,
según inveterada costumbre, hará una oposición montaraz y
obstaculizadora, atrincherado en su mayoría absoluta en el Senado.
Es
inevitable que el resto de la legislatura sea, por tanto, una
prolongada campaña electoral hasta las elecciones anticipadas. Una
campaña electoral en diferido, que diría Cospedal. Lo cual dará
la mayor importancia a los preparativos de los partidos. En el PP,
dolidos por lo que consideran una felonía, hay un periodo de reajuste
para averiguar si M. Rajoy se sale con la suya de perpetuarse en el
mando y volver a ser candidato o se deja paso a una renovación de algún
tipo.
Los
dos desafiadores del bipartidismo, C's y Podemos, también se encuentran
en disposición electoral. C's, tan perdedor de la moción de censura
como el PP por pura incapacidad para afirmar una posición propia tiene
que conseguirla neutralizando el halo falangista que se le ha puesto.
Podemos,
amargado por la decisión de Sánchez de no ir a gobierno monocolor se
encuentra ahora rechazado por el aliado que corteja (y al que pretendía
"sorpassar") y sin tener clara la oposición que pueda hacerle.
En
el PSOE, el triunfo todo lo endulza y el reparto de cargos consolidará
una estructura partidaria que tiende a prescindir del poder de los
barones. Los próximos barómetros sin duda registrarán un alza de la
intención de voto de los socialistas, que se incrementará con su actitud
nacional española,
Porque
es en el asunto de Catalunya en donde el relevo del PSOE trae las ideas
más claras frente al magma confuso de la derecha. Se retira el 155
porque es obligado al haber govern, no por deseo de la dirección
socialista, se mantiene la intervención de la Hacienda de la Generalitat
y se sigue abordando el conflicto España/Catalunya como un ausunto de
orden público y judicial. Sin variante. Si acaso con una intensificación
de la actitud en el nombramiento de José Borrell como ministro de
Asuntos Exteriores. Indica clara beligerancia en contra del
independentismo.
Cosa que era de esperar de un presidente del gobierno que considera que Torra es como La Pen.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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