Mientras permanece la incógnita de por qué Mariano Rajoy le regaló el
poder a Pedro Sánchez sin adelantar las elecciones (como debió), ni
dimitir en la censura (como pudo), el presidente del Gobierno Pedro
Sánchez ha conformado un buen Gobierno en el que destacan la figura de
Josep Borrell en Exteriores y del astronauta Pedro Duque en Ciencia y
Tecnología, pero sobre todo llama la atención la presencia mayoritaria
de mujeres (en 11 de los 17 ministerios).
Un Ejecutivo que gobernará en minoría con los 85 diputados del PSOE y
que tiene ante sí cuestiones urgentes como el desafío catalán (que será
la cuestión más difícil en el corto plazo), mantener el ritmo de la
recuperación económica y la convergencia fiscal con la UE, y así como
los compromisos sociales de Sánchez en material laboral, las pensiones,
las ayudas a los más necesitados (pobreza infantil), medio ambiente y la
igualdad.
Cuestiones todas que afectan a una amplia base social y también
electoral (jubilados, parados, jóvenes y mujeres) necesarias para que
Sánchez aborde con éxito el largo periplo electoral que se avecina. El
que podría abrirse el próximo otoño si Susana Díaz adelanta en Andalucía
unos comicios en los que un nuevo líder nacional del PP pasará su
primera prueba de fuego ante Cs y el PSOE.
Un arranque electoral que seguirá en primavera de 2019 con las
elecciones Europeas, Municipales y Autonómicas en 13 Comunidades.
Mientras queda pendiente la fecha de las elecciones generales que bien
podrían convocarse a mediados de 2020 si se finaliza la legislatura o
ser adelantadas al otoño de 2019 si para entonces el PSOE logró un buen
resultado en los comicios municipales, europeos y autonómicos de la
primavera.
De manera que Sánchez (con los Presupuestos del PP de 2018 y a pesar
de las trabas del PP en el Senado) tiene ante sí un año de disfrute del
poder en España y de protagonismo en la UE y la escena internacional.
Un tiempo en el que el presidente Sánchez pondrá a prueba su
liderazgo y capacidad de gobernar. Y en el que contará con el poder del
Ejecutivo que se acumula en Moncloa y el Consejo de Ministros, al que se
añadirá el de los grandes grupos de comunicación audiovisual y el
poder empresarial y financiero del país, por la cuenta que les trae a
todos ellos.
Todo eso que Albert Rivera (y Pablo Iglesias) no querían que Sánchez
lo pudiera disfrutar y utilizar antes de unas nuevas elecciones
generales. Porque si a Sánchez le acompaña la buena fortuna de la que
disfrutó en la moción de censura del 1 de junio, lo más probable es que
en la gran cita electoral legislativa el PSOE mejore sus posiciones y
pueda renovar el poder. Y en ese caso con ayuda de C's o Podemos, porque
parece claro que el PP pasará unos años en el purgatorio de la
corrupción y su autocrática gestión.
Sánchez ha formado, en principio y en apariencia, un buen gobierno
con formación, que parece tener los pies en el suelo y estar muy próximo
a la realidad del país, para desde ahí volar -de la mano de su
astronauta Pedro Duque- al estrellato de la política europea y nacional.
(*) Periodista
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