¿Puede continuar mucho más tiempo Pedro Sánchez al
frente del Partido Socialista? Ya me aceptarán que sea, simplemente, una
pregunta retórica porque los militantes le votaron el 20 de mayo del
pasado año y, en consecuencia, dispone de toda la legitimidad política y
moral para ocupar el cargo.
Otra cosa es que, en ese tiempo, haya
desaprovechado la oportunidad de encabezar junto a Podemos una alternativa de gobierno en España al Partido Popular y a Mariano Rajoy,
haya desplomado electoralmente las opciones del PSOE hasta aparecer a
veces incluso como la útima opción de los partidos grandes en España
-por detrás de C's, Podemos y PP-, haya reducido al máximo su influencia
en la vida pública española y, finalmente, haya desnaturalizado el
discurso político del PSOE, el de partido de izquierdas o de centro
izquierda.
Hoy el PSOE es un cuerpo político flotante que se limita a
seguir la estela de Ciudadanos y del PP hasta dejar incluso pequeños
aquel trío de hace ya unos años que conformaban Bono, Chaves y Rodríguez Ibarra y que fue conocido como los tres tenores.
Hoy, Pedro Sánchez, para recuperar un mínimo protagonismo y buscar el
aplauso fácil, ha decidido ser un excéntrico y sumarse a la avalancha
política y mediática contra el president Quim Torra.
Una campaña que no ha reparado en contar con indecentes participantes
que han aprovechado incluso la discapacidad de una de las hijas del
president para atacarle. ¡Pero qué niveles de inmoralidad y de impunidad
se pueden llegar a ver!
La política es de por si una exageración permanente. No es esa
afirmación algo no sabido, sino una constatación. Pero de ahí a
manifestar que Quim Torra "no es ni más ni menos que el Le Pen de la
política española" hay un abismo. Al secretario general del PSOE hay que
exigirle una mínima formación en política contemporánea que le evite
decir estupideces por un puñado de votos. Los límites de la demagogia de
un líder político no pueden ser los de una barra de bar.
Decía este
viernes Joseba Azkarraga, que fue consejero del gobierno vasco durante
ocho años y dirigente del PNV y después de Eusko Alkartasuna, que se
había preocupado de leer los tres artículos más criticados y que, en su
opinión, Torra se limitaba a criticar con dureza a quienes desprecian la
lengua o la identidad de un pueblo. E invitaba a que la gente leyera
los textos antes de triturarlos.
Pero ya no estamos en este estadio. La crítica ha dado paso al
insulto y a comparaciones con Le Pen que nunca ha estado a favor del
independentismo catalán y que dejó clara su posición el 30 de octubre de
2017, pocas horas después de que el Parlament votara y aprobara la
independencia de Catalunya con el siguiente texto: "España, Una, Grande,
Libre!".
No está Pedro Sánchez al lado de Le Pen, claro está. Pero
tampoco lo está Quim Torra. Y jugar con ello para desacreditar al
president de la Generalitat utilizando algo por lo que ya se ha
disculpado es alargar la mentira. Una pena.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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