He escuchado tantas
interpretaciones contradictorias sobre la lluvia de misiles en Siria
el viernes 13 de abril que es para volverse loco. Me da la impresión de que
nos están desinformando para ocultar la verdad que se halla
entre bambalinas.
Lo
más sencillo es seguir la pista del dinero como dice la
policía. Resulta que Trump había invertido mucho dinero en la
empresa de tecnología militar Raytheon que fabrica los misiles
Tomahawk y sus acciones han subido como la espuma después del
bombardeo. Pero también los rusos se han puesto las botas vendiendo
sus sistemas antimisiles. O sea, que los dos bandos han ganado
mucho dinero, porque la guerra es un negocio.
Hay
muchas cosas raras en este tema. Parece ser que el ataque estaba
pactado con Rusia porque esta potencia no activó sus sistemas de
defensa, y que los edificios destruidos estaban abandonados, y
por supuesto no contenían armas químicas.
Respecto
al uso de armas químicas, fue un ataque de bandera falsa,
como siempre, destinado a provocar la tercera guerra mundial, que
sigue fracasando como es habitual. El presidente de Siria puede
ser malo pero no tiene un pelo de tonto como para cometer tal
estupidez después de haber ganado la guerra. Pero es muy
peligroso herir el orgullo de un gigante como Rusia que puede
ganar una guerra sin disparar un tiro gracias a sus sistemas
avanzados de guerra electrónica y armas de pulso electromagnético.
Parece
absurdo atacar antes de investigar el tema, como se hizo con las
supuestas armas de destrucción masiva de Irak. Son gente de
gatillo fácil como en el lejano oeste, que disparaban antes de
preguntar. Por el contrario Putin puede tener muchos defectos, pero
es un líder prudente y reflexivo que se piensa mucho las cosas antes
de actuar. De hecho lo han convencido para no entrar en una escalada
militar contra Estados Unidos.
Para
entender la reacción de Trump, hay que conocer su situación
interna, que es muy complicada en este momento. Parece ser que ha
hecho un paripé para contentar a la facción militar del estado
profundo que se le ha subido a las barbas.
He
sabido que Donald Trump fue reclutado por la inteligencia militar de
la facción patriota del ejército, que tiene mucho poder en el
Cuerpo de Marines, para entrar el política y llegar a la Casa
Blanca. Pero ahora está reaccionando la otra facción militar del
estado profundo, que lo tiene acorralado. Por eso trata de dar una
de cal y otra de arena, para mantener contentos a todos.
Trump
llegó al poder para “drenar el pantano”, es decir, para hacer
una purga del corrupto estado profundo heredado de Obama, pero
actualmente esta limpieza está paralizada debido a la
reacción de los personajes muy poderosos a los que se enfrenta.
Suena
hipócrita hablar de preocupaciones humanitarias después de los
bombardeos de Arabia Saudita en el Yemen o de la masacre de
palestinos en Gaza, que no ha sido denunciada por la diplomacia
estadounidense. Por lo tanto todo esto suena a un montaje más.
Mi
corazón me dice que no hay motivo de preocupación por este
tema, pero que seguirán intentando ataques de bandera falta para
liar la de San Quintín. Fracasarán, con la ayuda de Dios y de sus
ángeles.
(*) Periodista independiente
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