lunes, 23 de abril de 2018

Mucha mierda / Adrián Ángel Viudes *

Teatro Romea, entre bambalinas departo amigablemente con un amigo actor que espera el estreno presa de los nervios propios de ese momento. Pasa por nuestro lado un compañero y le suelta: “Mucha mierda”. Quedo confuso, tanto por la supuesta grosería del pasante, cuanto por la forma en que mi amigo le agradece con una amplia sonrisa la que para mí es una inconveniente salutación.

No fue hasta después de la representación- que por cierto fue un éxito- que averiguara el porqué de aquella escatológica frase.

Nos debemos remontar al principio de nuestro teatro, al Siglo de las Luces cuando Tirso de Molina, Lope de Vega y Calderón de la Barca eran representados en corrales de comedia como los de Almagro y el de la Pacheca, en Madrid, que a buen seguro muchos de ustedes habrán conocido y disfrutado. 
 
Gran parte de los espectadores, los más principales, acudían a estos lugares en sus carruajes tirados por caballos o mulas que quedaban aparcados en las afueras del local. Los animales defecaban sin pudor y así a más animales de transporte, más mierda. “Mucha mierda”, por tanto era la constatación que el corral iba a estar atestado de publico. Lo que me pareció grosería resulta que era, y es, frase acrisolada entre comediantes, expresión de los mejores deseos de éxito.

La contundencia de la frase y lo escatológico del término me dan pie para este artículo. Pido venia para poder utilizar el vocablo en su prístina acepción, y así, aún a riesgo de ser calificado como grosero, pueda señalar donde, a mi parecer, hay mucha mierda, tanta que el hedor deviene en insoportable.

Hay mucha mierda en nuestro adorado Mar Menor; la de las depuradoras que no dan abasto por culpa de tanta construcción; la de algunos abonos químicos que no respetan los estándares de calidad; la de las arenas de rambla que colmatan esas horribles playas ortopédicas y están anegando nuestro mar de un lodo putrefacto.

Apesta el asunto del AVE, no se entiende la vuelta que hay que dar por Alicante con lo sencillo que hubiera sido electrificar de Albacete a Cartagena pasando por Camarillas. Y el olor es nauseabundo en el aeropuerto de Corvera, y en Novo Cartago, en Nueva Condomina, en el Auditorio de Puerto Lumbreras.

Hay mucha mierda en cómo los separatistas catalanes han convertido la próspera y querida Cataluña en un lodazal donde sepultar sus rencores mientras esquilman los tesoros

Huele que apesta el apoyo del señor Iglesias y de UGT y CCOO al secesionismo golpista.

Hay mucha mierda en Gurtel, y en Púnica, y en las tarjetas negras; en Noos, en los Eres de Andalucía, y en tantos casos de corrupción que nos obligan a circular con las narices tapadas porque a los productores de la caca se les tolera, se les ampara, y no se les obliga a recoger el excremento.

Huelen mal las pensiones de nuestros jubilados. La cantidad que empresas y trabajadores cotizan durante la vida laboral para disponer de una pensión de jubilación, debidamente capitalizada, sería mas que suficiente para unas pensiones dignas si no fuera porque ese dinero se utiliza para tapar los agujeros que producen una administración elefantiásica y voraz. Y ahora se pide a los trabajadores que piensen en su jubilación y ahorren, cuando lo poco que se puede ahorrar ya se encarga Montoro de saquearlo.

Mucha mierda la que destilan los injustificados privilegios y sinecuras de diputados y eurodiputados, senadores, parlamentarios autonómicos, diputados provinciales, consejeros, asesores, concejales, mamando sin freno de la ubre de los presupuestos, mientras casi no queda leche para el resto de los españoles

Mucha mierda la que por televisión e internet y por todas las redes mal llamadas sociales se difunde para enmerdar a nuestros hijos y a nuestros nietos

Y mucha mierda la que en aras de una falsa progresía castiga en la educación la excelencia, el mérito y el esfuerzo para igualar por lo bajo a todos y todas, miembros y “miembras”, jóvenes y “jóvenas,” “masteres” y “masteras”

Esto tiene que acabar y pronto porque pudiera ser que, si seguimos así, la mierda nos sepulte a todos, y eso sí que nuestros próceres, los cagones, no podrían soportarlo.
 
 
 
(*) Ex presidente de la CHS y de la Autoridad Portuaria de Cartagena.
 


(Publicado hoy en La Verdad)

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