MURCIA.- Tras obtener la licenciatura en Teología Pastoral en
la Universidad Pontificia de Salamanca, el sacerdote diocesano Pascual
Saorín llegó el pasado mes de octubre a la diócesis de Takamatsu en
Japón. Tras el periodo de estudio en Madrid, Saorín, natural de Cieza,
regresaba por segunda vez al país nipón, ya que anteriormente estuvo
destinado en la archidiócesis de Osaka, desde 2001 a 2015.
El
Obispo de Takamatsu, Mons. Eijiro Suwa (su nombre cristiano es Juan
Apóstol), le ha nombrado vicario general de esta diócesis que es una de
las más pequeñas de Japón. Comprende cuatro provincias de la isla de
Shikoku: Kochi, Matsuyama, Tokushima y Kagawa, cuya capital Takamatsu es
la que da el nombre a la diócesis. Se trata de una isla situada al
sudeste de Japón, muy montañosa y rural, con mayor vida industrial en
las zonas costeras. Tiene unos seis millones de habitantes, de los
cuales sólo unos 4.500 son católicos.
“Sí, no es un error. Una diócesis
de 4.500 cristianos, con una veintena de parroquias y poco más de
treinta sacerdotes que han de abarcar una zona muy amplia, montañosa y
de un budismo muy profundo. Es decir, cualquier párroco en nuestra
diócesis de Cartagena tendría más cristianos que toda esta diócesis
junta...
Ahora bien, se trata de una zona misionera y por ello todo el
enfoque está dirigido a la evangelización”, explica Saorín. Una misión
que se lleva a cabo también a través de muchas guarderías, escuelas y
universidades, así como hospitales. “Yo mismo trabajo ya en una
parroquia (Marugame), además de otra de la que me haré cargo desde abril
(Zentsuji), en una guardería y también, desde abril, estaré en la
cárcel provincial de Takamatsu, como capellán de prisiones”, destaca el
misionero.
La Iglesia es muy reconocida en Japón
por su labor social, sanitaria y educativa. Según Pascual Saorín, son
muchos los cristianos de corazón que no acaban de dar el paso para
recibir el Sacramento del Bautismo, “pero en su interior reconocen a
Jesucristo como alguien más que un profeta y la Virgen María ocupa
también un lugar muy importante en la espiritualidad de muchos
japoneses, sobre todo de los que han pasado por las escuelas católicas”.
Con
“sorpresa y responsabilidad”, así asegura que vive este nombramiento a
través del cual el obispo de Takamatsu le ha pedido que aporte nuevas
ideas para la evangelización en esta diócesis donde tienen problemas
para para mantenerse sin ayuda externa. “La situación es precaria, así
que no tenemos más remedio que trabajar más con menos medios. Japón es
un país en crisis, una crisis muy profunda en todos los sentidos. La
Iglesia no se escapa de esta realidad poco alentadora, aunque ello
supone un motivo más para redoblar la esperanza”.
Desde
la misión en Japón, Pascual Saorín pide oraciones a su Iglesia
diocesana de origen. “Como cura de la diócesis de Cartagena trataré de
llevar la fe de nuestra Iglesia a estas tierras. Pido para ello muchas
oraciones por las misiones y los misioneros, así como generosidad a los
sacerdotes de nuestra diócesis para prolongar el "sí" vocacional que le
dimos al Señor y extenderlo a regiones y ámbitos donde el mensaje de
libertad del Evangelio todavía no es conocido o está desvirtuado. Si la
Iglesia no es misionera, no es Iglesia. Existimos para evangelizar”.
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