El jueves se celebra el pleno
municipal de Murcia. Una fecha clave. Es probable que si para entonces
Roque Ortiz sigue siendo concejal de Fomento los grupos de la oposición
se retiren de sus asientos como ayer hicieron en la comisión de
Infraestructuras. Esta va a ser la tónica ante la resistencia de José
Ballesta a tomar la decisión que se espera de él desde que regresó de
Fitur, hará una semana precisamente el próximo jueves.
Mientras tanto:
denuncia ante la Fiscalía por las palabras del concejal ante la asamblea
de pedáneos del PP; investigación de los contratos de las empresas
concesionarias; revisión del pliego del contrato sobre alumbrado público
suspendido por Ortiz; negociaciones de los grupos de la oposición para
presentar una moción de censura... Y los presupuestos municipales para
2018, en el alambre. Una convulsión permanente, sin fecha de caducidad,
justo en un contexto en que el gobierno popular capitalino había
atravesado felizmente el ecuador de su mandato y parecían despejadas las
incertidumbres sobre su estabilidad.
Quien
resiste gana, parece ser el lema adoptado por el alcalde. Y también por
Ciudadanos, el partido decisivo en caso de sumarse a la moción de
censura que pretende presentar el PSOE. A ver quién aguanta más.
Ciudadanos
provoca un considerable despiste, pues depende del día y la hora en que
se le consulte sobre su hoja de ruta respecto a este asunto, y sobre
todo a quién. Lo conveniente es no hacer demasiado caso a las
declaraciones de sus dirigentes, pues es preciso conocer de antemano su
estrategia oculta. La última baza, apoyar la moción de censura del PSOE
en caso de que no dimita Ortiz.
Pero sin prisas por proclamar esa
intención, pues en el transcurso el PP se quema tanto por las presiones
aludidas del conjunto de la oposición como por el desentendimiento,
puesto públicamente de manifiesto acerca de la solución del caso, entre
la alcaldía, que protege a Ortiz, y la dirección regional del PP, que
prefiere saldar el asunto con la salida de éste del gobierno municipal.
En
Ciudadanos percibieron desde el principio que la crisis interna del que
ya es su principal adversario electoral, con el que se codea en las
encuestas, podía cundir si ellos no venían a solucionarla con un
ultimátum a la continuidad del de Fomento. El desgaste de la
credibilidad pública de Ballesta se produce por sí solo, sin necesidad
de empujar, así que en Ciudadanos han decidido no precipitarse.
Es más:
han llegado a la conclusión de que si anunciaran de manera explícita su
disposición a apoyar la moción de censura socialista, la resolución del
caso se acortaría, pues Ballesta dispondría del pretexto para sugerir a
Ortiz que dimita. Creen, además, que la dimisión del concejal aliviaría a
López Miras y a su equipo en el partido del pulso implícito que
mantienen con el alcalde autoproclamado ´independiente´. Por tanto, la
consigna es: que se maten entre ellos.
Además,
ojo, hay un freno ante la moción de censura. Ciudadanos está recibiendo
una cierta avalancha de nuevos militantes procedentes del entorno
popular, y las encuestas les indican que la mayoría de quienes se
significan como sus nuevos votantes se desplazan desde el PP.
Quizá no
sea, pues, el momento de anunciar que están dispuestos, aunque fuera en
último extremo, a entregar la alcaldía de Murcia a los socialistas, y
menos si para esto se precisa del concurso de los concejales de Podemos.
Por tanto, discreción al respecto. Y mientras tanto, presión constante
(en esto sí en compañía de los grupos de la izquierda) para ver cómo el
PP se consume irresponsablemente en el ayuntamiento de Murcia. Por lo
menos hasta el jueves.
(*) Columnista
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