En los países anglosajones se conoce con el nombre de ‘spin doctors’ a
las organizaciones y personas que ayudan a los políticos a que la
opinión pública interprete un hecho desde un particular punto de vista.
Asesores que adiestran a los representantes públicos para ser más
eficaces en sus tareas persuasivas y comunicativas. Hay verdaderos
artistas de esa ‘spin politics’ que nace de forma profesional con
Richard Nixon, aunque en realidad es tan antigua como la propia
política.
Soterrar las malas noticias anunciando algo positivo y popular
a la vez, hacer una presentación selectiva de los hechos, usar
eufemismos o medias verdades, negar sin negar... Son muchas las técnicas
empleadas, la mayoría basadas en observaciones del mundo de la
psicología, como el recurso a la llamada ‘falacia de la conjunción’:
ante dos posibilidades alternativas tendemos a elegir una situación
específica como más probable que una general.
De ahí que muchos
políticos, cuando saben que sus posicionamientos son controvertidos y
difícilmente explicables, intentan hacerlos aceptables añadiendo el
mayor número de detalles favorables a sus tesis, con la esperanza de que
no se perciba la existencia de una alternativa mejor o que la cuestión
de fondo es otra en realidad.
De alguna forma es lo que ha tratado de
hacer el PP regional, con resultado estrepitoso, a cuenta de la votación
en el Congreso para la eliminación de la tasa de 12 millones de euros
que corresponde pagar a los regantes del Trasvase por la amortización de
la obra y las compensaciones a Castilla-La Mancha y Madrid. Ciudadanos,
con el apoyo del PSOE, no sacó adelante su enmienda para eximir ese
pago, pero desde luego esta vez le ganó la partida política al PP.
El
presidente López Miras había ordenado a los suyos que no podían votar
contra esa enmienda, como después hizo el resto del Grupo Popular. Pero
la decisión adoptada -que los diputados murcianos García y Carreño se
ausentaran de la Comisión de Agricultura- le ha valido igualmente al PP
regional un duro reproche de los regantes y empresarios murcianos.
Las
justificaciones fueron confusas y evasivas en torno al argumentario de
que la retirada del ‘tasazo’ era imposible por una sentencia del Supremo
sobre las tarifas del Trasvase, que obligaría a sus usuarios a pagar
por el mantenimiento y la mera disponibilidad de la obra, aunque esté
cerrada a cal y canto desde mayo.
Lo que omitieron los diputados es que
los jurídicos del Sindicato de Regantes rechazan la interpretación de la
Abogacía del Estado.
Por tanto, lo mollar fue que, existiendo
una discrepancia jurídica entre regantes y Ministerio, el PP regional se
situó en tierra de nadie. Y en eso no hay ‘spin doctor’, o como quieran
llamarlo, que pueda enmascararlo. Los populares murcianos no quisieron
romper la disciplina de partido y hay quien legítima o interesadamente
se pregunta estos días cuáles son los intereses que defienden nuestros
diputados en Madrid.
Todo un traspiés para Miras, que no había soltado
la mano de los regantes del Scrats desde que tomó posesión e inició su
andadura como presidente. Doy por hecho que por convicción personal,
pero también porque sabe que su victoria en las urnas no dependerá del
AVE o del aeropuerto sino del estado de ánimo de las cien mil familias
que viven de la industria agroalimentaria.
Si ya complica tener a una
ministra de bajo perfil político, estos patinazos estratégicos lastran
más sus aspiraciones electorales. Sobre todo en el campo de Cartagena.
Zona cero del problema y donde se rinde culto a Garre porque allí no se
olvida que votó, frente al criterio de su antiguo partido, contra la
amenaza al Trasvase.
Da igual que la gestión hídrica en su corta
presidencia no fuese para tirar cohetes: el decreto de sequía se retrasó
más de lo debido, quizá porque su consejero estaba más ocupado en
buscar, por la cuenta que le traía, peticiones de agua para la entonces
infrautilizada desaladora de Escombreras.
En definitiva, a igual o
similar nivel de eficacia, lo que cotiza son los gestos desde que la
política se convirtió en un proceso de fuerte peso comunicacional. Dicho
de otro modo, si no es posible ofrecer hoy el PHN prometido ni toda el
agua reclamada, qué menos que apretar filas con un nicho de votantes,
darles calor y que públicamente se perciba.
El PP ha tenido cuatro
presidentes en cuatro años con sequía. La gestión ha sido continuista,
pero el tono reivindicativo frente a Génova y La Moncloa, desde poco
antes del Memorándum hasta ahora, fluctuó por la agenda política
personal de cada uno de ellos. Con todo por ganar, Miras arrancó sin
separarse un ápice de los regantes del Scrats, auténticos inspiradores
del contenido del Pacto Regional propuesto por San Esteban.
Y así
seguirá, de modo que lo sucedido con el ‘tasazo’, quizá solo sea un
revés pasajero. El problema es que la estrategia de Miras tiene alto
riesgo: los regantes, que pagarán el ‘tasazo’ pero se beneficiarán de
otras exenciones tarifarias del Ministerio por valor de 36 millones, son
aliados exigentes que defienden (hacen bien) lo suyo, incluso cuando el
sector, en plena sequía, batió el récord de exportaciones.
Pero una vez
echado el tablacho al Trasvase, nadie puede negar que su futuro
inmediato es inquietante si a la mayor celeridad no se abren pozos y las
desaladoras no se ponen a tope. ¿Hasta dónde llegará Miras cuando
empiecen las protestas de los agricultores en Madrid y surja una
disyuntiva más explosiva entre su partido y los regantes? Más pronto que
tarde necesitará la implicación directa de Rajoy si quiere superar este
trance, que se caldeará aún más cuando se conozca, de manera inminente,
la querella de la Fiscalía por el deterioro del Mar Menor.
(*) Periodista y director de La Verdad
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