No es preciso perder mucho tiempo con
esto, ¿verdad? Cuando el personal se escandaliza al oír que en España no
hay partido de extrema derecha (de verdad, no partidillos) porque ya
está en el PP y en el gobierno, basta con echar mano a la hemeroteca
gráfica. Son muchos los ejemplos de concejales, alcaldes, nngg y
cuadros del partido de la Gürtel fotografiados brazo en alto o dando
vivas a Franco o luciendo parafernalia fascista. Y no solo ellos: curas,
empresarios y famosos mediáticos. Hay donde elegir, así que, para no
fatigarnos, la foto de ilustración de ahora mismo, de ayer, ya cuenta
otra vez la historia.
Un
portavoz sindical de la policía de Madrid entre neonazis. Y menos mal
que el periódico no llama a estos "personas con banderas o letreros
españoles". Neonazis. De inmediato saldrá alguien hablando del "caso
aislado" de este señor. Un señor que es portavoz sindical de un cuerpo
armado. Es decir, habrá sido elegido por sus compañeros. ¿Saben estos
que su portavoz se manifiesta en público con neonazis? ¿Saben que,
además de manifestarse, insulta a personas pacíficas y desarmadas en
unas actitudes que bordean la agresión física? El portavoz ha dimitido.
Muy bien, es lo mínimo que puede hacer. Pero el problema permanece.
¿Hasta
qué punto impera la extrema derecha en las fuerzas y cuerpos de
seguridad que están para defender a todos los ciudadanos y no para
atacarlos? ¿Hasta que punto en todos los niveles de la administración
pública, incluida la judicatura? Por supuesto, ya se sabe que en los
sectores más altos de la administración la extrema derecha no se
manifiesta vociferando oé, oé, oé.
Se manifiesta de otra forma, menos
escandalosa pero mucho más dañina y destructiva del Estado de derecho:
con leyes injustas y arbitrarias (la ley de Wert, la "ley Mordaza", la
reforma laboral, etc) con medidas de expolio de las arcas públicas (que
dejan sin fondo de pensiones a los jubilados y sin ayudas a los
dependientes), con instrucciones judiciales motivadas políticamente.
La
extrema derecha, en efecto, en España está en todas partes, también en
los medios, como todo el mundo sabe y hasta en algún partido de la
oposición. Solo por su afinidad con la extrema derecha puedo concebir
que algunos socialistas se manifiesten conjuntamente con franquistas y
fascistas de diverso pelaje.
Las razones del nacionalismo español
Otro gran vídeo del periodista Carlos de Urabá
que deja clara prueba del estilo, los modales, las consignas, las
razones del nacionalismo español. Y de las buenas relaciones de los
manifestantes con la Policía Nacional. Una lástima que esta fuerza del
orden no esté nunca cuando estos manifestantes (o otros de parecido
talante) van agrediendo a personas indefensas por la calle por el
horrible delito de no pensar como ellos o apalean y envían al hospital a
alguien que no quiere gritar "¡viva España!".
En
los actos públicos y manifestaciones independentistas, a veces con
decenas, centenares de miles de participantes no solamente nunca se
ataca a nadie sino que ni siquiera se toca el mobiliario urbano. Se
quiera o no, el nacionalismo español es agresivo. La única violencia que
está produciéndose en Cataluña la provocan el nacionalismo español y/o
las actuaciones represivas de las autoridades centrales. No es ni puede
ser Estado de derecho el que no garantiza la seguridad jurídica ni
siquiera la integridad física de la población.
Violencia es asimismo la que, según denuncian los abogados defensores, pueden haber sufrido los consellers y el vicepresidente del govern,
detenidos y trasladados a la prisión de Estremera, durante el trayecto.
El abogado, Andreu van den Eynde, no aclarará más hasta saber los datos
del examen médico a los detenidos y las explicaciones de la Policía
Nacional e Instituciones Penitenciarias sobre los extremos que están en
duda: si los trasladados iban esposados o no; si por delante o a la
espalda; si llevaban cinturón de seguridad; si los vehículos iban a
velocidad excesiva; si los detenidos fueron o no objeto de mofas; por
dónde pasaron; qué se hizo con ellos; qué trato recibieron al ingresar
en prisión.
Todos puntos sobre los que los funcionarios armados
reponsables del traslado habrán de dar explicaciones, al igual que la
Policía e Instituciones Penitenciarias. Lo que salga de aquí deberá ser
puesto en conocimiento de las autoridades europeas para que puedan
pronunciarsse sobre la justicia española. No se olvide que los
funcionarios en cuestión actuaban bajo órdenes de la jueza del caso.
También habrá de darse por enterado el ministerio del Interior y el
gobierno y actuar en consecuencia.
Son siempre las mismas escenas que se
repiten y repiten. Policías nacionales y guardias civiles armados hasta
los dientes, superprotegidos, literalmente acorazados, apaleando
cruelmente gente pacífica que ni siquiera se defendía. Escenas de una
brutalidad bestial que provocan auténtica indignación.
Todo
este material, debidamente archivado, custodiado y tratado servirá para
fundamentar dentro de bien poco la acusación al gobierno español de
tratar a su población como esclavos a los que hay que reprimir a toda
costa. Ya no es cosa de preguntarse qué calidad humana pueden tener una
individuos que cumplen -incluso con entusiasmo- unas órdenes tan
inhumanas, inicuas y, sobre todo, ilegales. Allá cada cual con su
conciencia. Es de esperar que todos estos individuos comparezcan ante la
justicia porque en España la obediencia debida no es un eximente y si
el mando te ordena apalear a gente indefensa y pacífica y tú cumples,
los responsables seréis los dos: el mando y tú. Y ese momento llegará.
En
todo caso, este material debe ser visualizado siempre que se pueda, por
muy duro que sea -que lo es- y mostrárselo al mundo entero, a los
tribunales de justicia real en Europa (no a lo que hay aquí), a las
instancias europeas e internacionales.
No
podemos desfallecer. Hay diez personas rehenes de esta banda de
desalmados del gobierno que, además, quiere encarcelar al presidente de
Catalunya. Y su suerte dependerá del apoyo que la sociedad les
prestemos.
El
1 de octubre pasado, España perdió para siempre a Catalunya (si es
alguna vez la tuvo). Se trata ahora de que el mundo comprenda por qué.
Por eso hay que difundir estos vídeos, que los vea la opinión pública
internacional y los tribunales de justicia de otros países europeos, los
únicos que ofrecen garantías. Muy necesarias.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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