Un ministro japonés pidió a las personas mayores que se dieran prisa en morirse, como acto patriótico, para ahorrar dinero a la seguridad social, pero se abstuvo de predicar con el ejemplo muriéndose él mismo, ya que tiene 72 años de edad.
Cuando tuvo lugar el accidente de la central nuclear de Fukushima, ese mismo gobierno japonés envió a ancianos de bomberos a dicha central, a una muerte segura por radiación, porque consideraba menos valiosa la vida de los ancianos.
Es lo mismo que dijo otro alma “caritativa de gran corazón”, Cristine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), que “el mayor problema económico es que la gente vive demasiados años”, pero ella tampoco predicó con el ejemplo, porque no es una joven.
Estas declaraciones son coherentes con lo que piensa la élite financiera mundial, que todos los jubilados somos “estómagos inútiles” porque no producimos y consumimos muchos recursos económicos. Claro que se olvidan de mencionar que la jubilación no es un ‘regalo’ de ellos, porque todas estas personas se han pasado la vida pagando impuestos y cotizando a la seguridad social para tener derecho a lo que disfrutan ahora.
La propia denominación de “clases pasivas” es peyorativa, porque si una persona se vuelve pasiva, es decir, se instala en la pereza y se pasa todo el día acolchonado en su sofá, va directo a la tumba, pues la falta de ejercicio físico degrada la salud.
Normalmente los jubilados se dedican a cuidar de sus nietos, a hacer ejercicio, a viajar lo que no han viajado, a escribir o leer libros, y a cultivarse en lo que no han tenido tiempo, porque se han pasado la vida trabajando como esclavos para sacar adelante a su familia, y por lo tanto son héroes.
En las sociedades tradicionales se consideraba un tesoro a cada anciano, por su experiencia y sabiduría, e incluso las decisiones más importantes de la comunidad las tomaba un sabio consejo de ancianos para no equivocarse, pero hoy en día se considera a un anciano como un estorbo, un desecho inútil de usar y tirar como un clínex.
Este cambio de paradigma se debe al desquiciado sistema de la mátrix que tenemos instalado, donde todo el mundo debe trabajar como un esclavo para consumir cosas inútiles y alimentar así la maquinaria absurda de un sistema que sólo beneficia a unos pocos.
El anciano no le sirve al sistema porque no produce bienes económicos, pero produce sabiduría, ayuda familiar y hasta creaciones literarias. Tampoco le sirve al sistema porque tiene la suficiente sabiduría para no caer en sus engaños y se ríe de la locura de la sociedad.
La realidad es que los poderes financieros gobiernan el mundo y consideran inútil todo aquello que no produzca un beneficio económico inmediato. Para ellos no es rentable ni la sanidad ni la educación porque sólo producen gastos a fondo perdido, pero se olvidan de la rentabilidad social que es la más importante de todas.
Varias generaciones de nuestros antepasados se han pasado la vida luchando para humanizar a la sociedad mediante la seguridad social, la educación y muchas otras ayudas para personas necesitadas, pero ahora vienen estos hijos de Satanás para deshumanizar a la sociedad y robarnos todos los derechos sociales que hemos conseguido.
Y quien no crea en esta conspiración, que observe como baja año tras año el poder adquisitivo de las pensiones, porque no las suben en proporción al alza del coste de la vida o IPC (índice de precios al consumo) que se produce cada año.
Además de ello los gobiernos ocultan fármacos que podrían alargar la existencia de las personas mayores con mayor calidad de vida porque tendrían que pagar más pensiones. Sólo faltaría que nos dieran píldoras de cianuro o que crearan cámaras de gas como en las perreras para sacrificar animales.
Yo mismo tengo un blog lleno de consejos para vivir más años y mejor, que trato de aplicarme a mi mismo, aunque sea un mal negocio para el fondo de pensiones de la seguridad social:
http://oro-monoatomico.blogspot.com.es/
(*) Periodista
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