Un anuncio
televisivo de veinte segundos muestra una línea ferroviaria con
una bifurcación, bajo el lema en catalán cuya traducción es:
“Naciste con la capacidad de decidir. ¿Vas a renunciar?”. Un spot
financiado por la Generalitat de Catalunya – que ya investiga la
Fiscalía de Cataluña– que tiene un doble mensaje. Que la Generalitat
prepara el referéndum del 1 de octubre. Y, la bifurcación
ferroviaria, ilustra también lo sucedido en la tumultuosa y
maratoniana sesión parlamentaría, de más de dieciséis horas.
Sesión
que concluyó de madrugada, en que los pro independentistas de
Junts&Si (PDECat y ERC) y la CUP, aprobaron con una mayoría de 72
votos, con abstención de 11 votos de la izquierda de Catalunya sí que es
Pot y la ausencia del resto de la oposición formada por Ciutadans, PSC y
PPC.
Era, en principio, una sesión ordinaria del Parlament. Sin embargo,
el calendario aprieta para los pro independentistas y alteraron el orden
del día, a través del artículo 81.3 del reglamento, para colar la ley
del referéndum. La presidenta del Parlament de Catalunya, Carme
Forcadell, esquivó y omitió las protestas de la oposición, junto a las
opiniones del Consejo Consultivo – no vinculante – que le advertían de
la inconstitucionalidad de la nueva ley.
Después de más de diez horas de intempestivos debates llego el
momento del voto, sin sorpresa. Abandonaron sus escaños Ciutadans, PSC y
PPC, dejando estos últimos unas banderas de España y Cataluña en sus
escaños y que una veterana diputada de Podem quito las españolas, a
pesar de las órdenes de Forcadell de que las dejase y se volviesen a
colocar.
La foto final, tras la votación y en Can dels Segadors, el himno
nacional catalán, fue de un hemiciclo medio vacío. A continuación el
gobierno que preside Carles Puigdemont se reunió en el mismo Parlament,
dejando transcurrir hora y media – momento en que la ley se publicó en
el Diari Oficial de la Generalitat – antes de pasar a la firma colegiada
de la ley – el vicepresidente Oriol Junqueras firmó con un bolígrafo
Bic – y sus derivados, como la creación de la Sindicatura Electoral,
por parte del president y todos los miembros del gobierno. “Nadie tiene
la autoridad ni el poder de impedirnos el derecho a decidir. Es de los
catalanes”, dijo Puigdemont.
A destacar que, además de las peleas dialécticas entre
independentistas, federalistas o unionistas, se escenifico la división
en la izquierda cuando cuatro diputados de Podem – integrados en el
grupo de Catalunya sí que es Pot – se ausentaron del hemiciclo al no
haberles cedido la palabra los lideres de su propio grupo, Coscubilea y
Rabell.
Aunque al final, Dante Fachin, líder de Podem, recordó que nos
veremos en el voto del 1-O, dejando claro que la lucha electoral, ya sea
en un referéndum que no será vinculante, o en la previsibles
elecciones, la campaña electoral ya ha empezado.
Por su parte, Inés Arrimadas, líder de Ciutadans, el principal grupo
político de la oposición con 25 escaños, anunció que presentará una
moción de censura, a la que invitó al PSC y al PPC, contra Carles
Puigdemont – a pesar de que no contaría con mayoría – para forzar una
cita “real” con las urnas.
Quedan abiertos todos los escenarios en esta “bifurcación” política
decidida por Junts&Si y la CUP, sobre todo por las medidas ya
anunciadas por parte del gobierno que preside Mariano Rajoy y las
anulaciones que llegarán por parte del Tribunal Constitucional.
¿Cuál será el nuevo paso? Será la concentración masiva convocada,
como cada año, para el 11 de Septiembre, fiesta nacional catalana, que
esta vez será en Barcelona donde se prevé dibujar una masiva cruz humana
en el centro del Eixemple. Una cruz que también será simbólica, como
los raíles ferroviarios, a la espera de que con o sin consulta el 1-O,
habrá que buscar vías a partir del 2-O.
(*) Periodista
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