La asamblea de cargos públicos promovida por Podemos en
Zaragoza pudo acabar mal. Unos cuatrocientos militantes y simpatizantes
de extrema derecha, algunos llegados de València y Madrid, se
concentraron ante el pabellón municipal donde tenía lugar la reunión,
coreando consignas agresivas. “¡Contra la traición, ejecución!”, era una
de ellas. Estampas de 1976 en el pabellón municipal Siglo XXI. Unos
veinte agentes de policía desplazados al lugar no parecían suficientes
para garantizar que los asistentes abandonasen el local sin incidentes.
Durante unas dos horas, el pabellón estuvo rodeado. La
presidenta de las Cortes de Aragón, Violeta Barba, de Podemos, recibió
el impacto de una botella de agua al salir a parlamentar con la Policía.
Media hora después de concluir el acto, buena parte de los sitiados
tomaron la decisión de no permanecer mucho más tiempo en el pabellón.
Saldrían en grupo, aunque su seguridad no estuviese del todo
garantizada.
Pablo Iglesias llamó por teléfono a Mariano Rajoy para
informarle de lo que estaba ocurriendo. (El contacto telefónico entre
ambos políticos no es infrecuente). Al cabo de veinte minutos, la salida
estaba despejada. El local se evacuó sin incidentes. Algunos dirigentes
políticos que tenían previsto regresar en AVE a Madrid lo hicieron en
automóvil para mayor seguridad. Un coche de TV3 fue atacado.
La declaración de Zaragoza en favor de una tercera vía en
Catalunya –referéndum pactado– cobró realce y el Gobierno de España se
ahorró en el último minuto una pésima imagen circulando por el mundo:
diputados, senadores y alcaldes de los partidos más disidentes,
representantes del voto de 6,5 millones de ciudadanos, insultados y
acosados por fanáticos de extrema derecha. Habría sido un mal tanto
después de una semana nada buena para el Gobierno en el circuito
informativo internacional.
Las imágenes de las manifestaciones en
Catalunya han impresionado en el extranjero. Cada vez son más frecuentes
los editoriales, especialmente en el ámbito anglosajón, que piden una
salida negociada, cuando no la celebración de un referéndum pactado.
Digámoslo todo: también se están publicando artículos muy duros contra
el independentismo catalán, especialmente en la prensa francesa, alemana
e italiana, que el insomne aparato de propaganda soberanista intenta
soslayar.
Evitado lo peor en Zaragoza, la fotografía fue la operación
Piolín. Unas lonas tapan las reproducciones gigantes de Piolín y el
gato Silvestre que adornan uno de los tres barcos de crucero enviados al
puerto de Barcelona para servir de alojamiento a los policías
movilizados por el Ministerio del Interior. Piolín ya ha sido adoptado
como mascota por los jóvenes manifestantes independentistas. Vivimos
días extraños, entre la comedia y el riesgo de tragedia. “Os dias de
todos os perigos”, tituló hace unos días, refiriéndose a Catalunya, un
redactor jefe del diario portugués Público, después de una sobredosis
de Fernando Pessoa.
Los acontecimientos de ayer en Zaragoza subrayan el coraje
del alcalde Pedro Santisteve al aceptar que la reunión tuviese lugar en
su municipio, puesto que otros alcaldes de la izquierda alternativa
hicieron lo posible para esquivarla, como es el caso de José María
González, Kichi, alcalde de Cádiz, del ala trotskista de Podemos. Su
jefe de corriente, Miguel Urban, ya propone una huelga general en
Catalunya. Kichi parece más prudente. El trotskismo es tornasolado.
Al final del día, Alemania. La extrema derecha entra
con fuerza en el Bundestag. Angela Merkel gana, pero no impera. En
París se libra la gran batalla del trabajo asalariado. Barcelona
desobedece. España en tensión. Octubre 2017.
(*) Periodista
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