lunes, 25 de septiembre de 2017

Ave César / Adrián Ángel Viudes *

No tengo acreditado si el acrónimo AVE, con que se nomina al tan deseado tren de alta velocidad, que tantos quebraderos de cabeza nos está dando, se debe o no a un guiño histórico recordando la salutación con que los romanos se dirigían al Emperador “AVE CESAR”, que más o menos quería decir: “Que tal te encuentras”.

Mis conocimientos de acrónimos, referidos al tren, quedaron en “TALGO”: “Tren articulado ligero Goicoechea Oriol”, vascos estos últimos, padres de los vagones que, antaño, hicieron las “delicias de los viajeros cuando tenían que cabalgar a lomos de los veloces caballos de acero.

Lo cierto y verdad es que nuestra querida Murcia se quedó descolgada de la electrificación, y por tanto de la alta velocidad. y así, con máquinas de vapor, y luego diesel, teniendo que atravesar Camarillas a paso de tortuga, hemos tenido que soportar decenas de años un tren decimonónico.

Nunca se ha sabido, o quizás no se ha querido, reclamar lo que nos corresponde, así nos va; y en este lamento incluyo a todo tipo de mandamases, socialistas y peperos. Pero aunque cada palo tenga que aguantar su vela, es a los gobernantes del PP, mas que nada por el tiempo que llevan en el machito, a los que les corresponde más parte de culpa.

El AVE, o cualquiera otro tren de alta velocidad, debería llegar a Murcia directamente desde Albacete. No habría más que electrificar unos cuantos kilómetros de vía y arreglar Camarillas. Lo de arreglar Camarillas nunca entró en los planes del Ministerio de Fomento.

La tacañería de los ministros del ramo ha llegado a tal punto que hasta que no se ha ordenado a la Autoridad Portuaria de Cartagena que financie la obra, cosa que no le corresponde en absoluto, gastando un dinero, más de cuarenta millones de euros, que va en
detrimento de lo que se estaba guardando para el nuevo Puerto en el Gorguel, no se ha dado un solo paso.

Ya en 1998 hay constancia de una reunión del Cesar Valcárcel con la plataforma pro soterramiento en la que se acuerda que el AVE llegue bajo tierra. En 2004 el consejero de Fomento, señor Bascuñana, comparece en la Asamblea regional y dice que la electrificación de la línea Chinchilla - Cartagena es un hecho y empieza ya. En 2006 Cesar Valcárcel se arruga ante el ministro Cascos y accede a que el AVE venga por Alicante.

“Agárrame esa mosca por el rabo”.
 
Aceptado el absurdo trazado empieza el baile de Estaciones. La ministra Pastor propone la de Beniel. El Cesar Valcárcel y el alcalde Cámara, se inclinan por Los Dolores; la oposición socialista se opone a todo. Y cuando por fin los mandamases deciden que la elegida sea la antigua, obsoleta y provisional, desde el siglo XIX, Estación del Carmen, empieza el culebrón del soterramiento. ¡Vaya planificación!

Queda año y medio para celebrar elecciones autonómicas. La llegada del AVE es considerada por los peperos fundamental para detener la sangría de votos que su partido está teniendo. Que venga por Alicante; que el billete se encarezca una barbaridad; que haya que hacer un muro que ahogue a cientos de vecinos; que la ciudad se parta en dos; nada les importa a cambio de conseguir, con la llegada del tren, algunos votos que les permitan mantenerse en el poder.

Y ahora, sin descomponer el rostro de cemento armado, nos dicen que lo importante es que el AVE llegue cuanto antes, cuando han sido ellos los únicos culpables de los casi veinte años de retraso.

Sostengo que la única opción razonable es la electrificación de la vía Chinchilla Cartagena, por tramos, utilizando en el recorrido trenes híbridos eléctricos y diesel; y al tiempo que se culmina la electrificación se acaba el soterramiento desde Alcantarilla hasta El Carmen y salida del casco urbano.

“Ave Cesar morituris te salutant” declamaban los gladiadores antes de jugarse la vida en el Coliseo. El fracaso de la llegada del AVE no puede cargarse sobre las espaldas de muchos de nuestros vecinos en la forma de un muro salvaje. Si alguien tiene que morir, dicho naturalmente en términos políticos, que sean los culpables del abominable proyecto: el Cesar y sus acólitos.
 
 
(*) Ex presidente de la Autoridad Portuaria de Cartagena
 
 
(Publicado hoy en La Verdad)

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