Las noticias son confusas. El Rey
confirma que va la manifestación por el atentado. Rajoy parece habérselo
pensado y acompañará a su Rey. Va a asistir todo el gobierno, así como
los presidentes autonómicos y la habitual nube de altos cargos,
políticos influyentes, parientes y enchufados. Todos en un avión
especial Airbus 360 fletado con cargo a los presupuestos.
Y se dice que
los aviones pueden ser tres. Una verdadera flota de Estado en defensa de
la unidad monárquica de España. Y, como es un asunto de Estado, en la
misma aeronave viajará el líder de Podemos. Haciendo patria que también
podría hacerse en la Puerta del Sol, con una concentración
nacional-española.
El
manifiesto intento de "españolizar" la ocasión choca con el desastre de
la gestión estatal del atentado.Y peor aun que desastre, choca con la
permanente hostilidad y guerra sucia del Estado a Cataluña como ha
quedado claro al descubrirse la manipulación política partidista del
ministerio del Interior del PP en relación con los Mossos y la
seguridad de la ciudadanía catalana. Con las consecuencias de todos
sabidas.
Es como si, reconociendo la incompetencia, la ineptitud y la
mala fe de las autoridades políticas españolas en este vidrioso asunto
de la policía y la lucha antiterrorista, el Estado quisiera ahora
compensar con un espectáculo simbólico de reconstitución de una
predicada unidad que no se ha dado nunca. Y precisamente a causa
de quienes hoy aterrizan en Barcelona a unirse a una manifestación que
es de esperar no se les vuelva en contra.
La
presidencia del Rey, ya cuestionada desde el primer instante por la CUP
con apoyo muy extendido, se quedó en una asistencia, en una presencia
prácticamente personal. Seguramente el Monarca piense que es hora de
romper la desafección que ya denunciaron hace más de diez años Maragall y
Montilla. Y crea conveniente hacerlo aceptando las condiciones
catalanas, como un ciudadano más. Se trataría de demostrar con hechos su
convicción democrática.
De
ser así, lleva mal camino al tomar la forma de una especie de
expedición española monárquica en territorio desafecto y
mayoritariamente republicano. Sin duda el gobierno piensa en clave
española que el Rey no puede ir a título individual y debe hacerlo como
Jefe del Estado, razón por la cual convierte la presencia del Rey en un
acto de afirmación monárquica española, al que se suma el líder de la
oposición de Podemos.
Sánchez no irá en ese avión porque ya se encuentra
en Cataluña, en la manifestación en Cambrils. No sabemos si, estando en
Madrid, hubiera aceptado la invitación a sumarse al séquito real
español en tierras infieles o hubiera seguido montado en su coche.
Aspecto
este nada trivial: los políticos españoles asistentes a la
manifestación de hoy lo hacen con cargo al erario. Es de suponer que
esos aviones, sean uno o tres, los devolverán a Madrid por la noche.
Gratis total. El resto de la ciudadanía, si quiere asistir a la
manifestación para hacer lo que estos habrá de pagárselo de su bolsillo.
La
manifestación de hoy pretende traducir un estado de rechazo unánime al
terrorismo por lo que algunos recomiendan no llevar esteladas. Pero la
intervención del gobierno de acuerdo con el Rey al convertir el acto en
uno de afirmación española, de unidad ficticia, impuesta a la fuerza,
elimina los reparos y consideraciones de los indepes en sus diferentes
gamas.
La
manifestación de hoy es un acto político que seguirá cambiando las
reglas de juego entre España y Cataluña. De hecho, ha comenzado a serlo
desde el momento en que Puigdemont recibe a la expedición española con
la noticia de que la Generalitat ya tiene 6.000 urnas. Provocación lo llama El País.
El término es grueso pero formula igualmente lo que piensan los indepes del desembarco monárquico español. Una provocación.
El término es grueso pero formula igualmente lo que piensan los indepes del desembarco monárquico español. Una provocación.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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