sábado, 26 de agosto de 2017

Una vergüenza para muchos / José Oneto *

Medio millón de personas se han manifestado esta tarde calurosa de agosto contra el terrorismo islamista radical, que ha cometido en Cataluña uno de los mayores atentados desde el que tuvo lugar el 11M en Madrid, en lo que fue el mayor atentado desde el final de la Segunda Guerra Mundial. En esta ocasión, ha sido el cierre de nueve días de luto, que se iniciaban con el asesinato de quince personas en las Ramblas de Barcelona y Cambrils, en uno de los mayores ataques terroristas en Europa.

La manifestación, que ha tenido un carácter peculiar desde que la CUP (Candidatura de Unidad Popular), el partido antisistema que es el que verdaderamente manda en Cataluña, anunció que no asistiría si la presidian el Rey o el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, acusados sorprendentemente de ser los culpables indirectos de los atentados. A partir de ahí, el mundo independentista ha ido reculando y se ha sacado de la manga una cabecera de la manifestación con los Mossos, policías locales, policía urbana, servicios de emergencia, personal sanitario, bomberos y comerciantes que ayudaron a los que estaban en las Ramblas en aquel nefasto 17 de agosto.

La manifestación ha tenido su lado negativo desde que los independentistas y los antisistema han querido convertir ese rechazo al terrorismo y esa solidaridad con las victimas en un acto de reivindicación independentista y en contra del Jefe del Estado, el presidente del Gobierno y el propio Partido Popular, en lo que ha constituido una autentica vergüenza. No se trataba de un ejercicio de libertad de expresión, como con una gran desvergüenza han defendido algunos. Ni era el momento, ni era el escenario, ni era el objeto de la convocatoria. El Rey, sabiendo que todo esto se iba a producir, ha tenido la valentía de asistir y dar la cara como un ciudadano más, en segunda fila, respetando incluso un ceremonial improvisado por miedo a los antisistema y a los independentistas.

Y es que horas antes de la manifestación, tanto Puigdemont,como la CUP, la Asamblea Nacional de Cataluña (AMC) y Ómnium Cultural (dos de los movimientos del independentismo) rompían el deteriorado ambiente de unidad,  pidiendo que se llevasen banderas independentistas y camisetas ya preparadas para el Día de la Diada, el 11 de septiembre, algo que poco tiene que ver con un acto concebido oficialmente como homenaje a los asesinados y de repulsa al terrorismo. Pero no, el objetivo para estos colectivos era convertir la manifestación en un acto de fuerza a favor del independentismo y como ensayo general de la Diada del 11 de septiembre, pórtico del inicio de la campaña del referéndum del 1 de Octubre.

Por si quedara alguna duda, el mismo viernes (ver www.republica.com “Puigdemont  ataca y desafia a Rajoy en vísperas de la gran manifestación contra el terrorismo”), el presidente de la Generalitat declara al periódico Financial Times que “el Presidente del Gobierno ha utilizado políticamente los atentados, y que tiene preparada 6.000 urnas para llevar a cabo el referéndum de octubre. Una autentica provocación, mucho más cuando el presidente del Gobierno acababa de hacer unas declaraciones desde el Palacio de la Moncloa que causaban una gran indignación entre las Fuerzas de Seguridad del Estado al afirmar que la coordinación de los Mossos con la Policía Nacional y la Guardia Civil había sido total.

Algo que no responde a la realidad, de acuerdo con los comunicados que han hecho públicos los sindicatos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil denunciando precisamente la marginación que han sufrido durante la investigación de los atentados. La realidad es que los Mossos han tratado, por todos los medios, de acuerdo con instrucciones de la Consejería de Interior y de la propia Generalitat, transmitir la idea de que ellos se bastaban y sobraban para hacer frente a una de las situaciones mas criticas que ha vivido Cataluña desde la transicion. (Ver www.republica.com “Los Mossos y los independentistas ganaron la partida”), algo reconocido y espoleado por la gran prensa internacional.

En resumen: por encima de quienes han asistido como gente de paz para llorar por los muertos y protestar contra el terrorismo, había una clara intención de movilizar de determinados grupos por convertir la manifestación en un acto de reivindicación política. Y en parte  lo han conseguido.


(*) Periodista y economista


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