viernes, 16 de mayo de 2008

Los “Biprovinciales” no tienen cuernos y rabo / José Antonio Martínez-Abarca


Incluso en el supuesto, bastante sostenible, para qué vamos a escribir otra cosa, de que los implicados en lo de pedir la provincialidad para Cartagena lo que estuvieran deseando es vivir de las subvenciones públicas gracias a la nueva burocracia que naturalmente recaería en ellos mismos, seguiría siendo una cuestión muy razonable. Me creo que los enormes beneficios de la biprovincialidad para la Comunidad de Murcia aguantan unas cuantas, o muchas, bufandas, bicocas, canonjías y derramas.

Igual que los hosteleros de Cartagena aguantaron sin esfuerzo que el primer hotel que se pusiera allí en mucho tiempo fuese un puticlub, tomándoselo con grandeza de miras: "esto significa desarrollo para la comarca de Cartagena", dicen que está publicado en prensa que dijo mi buen amigo Paco Morales, por entonces responsable territorial de la oferta de camas/habitante. Tengo que preguntarle a Paco si fue él, porque desde luego aquello lo afirmó alguien, negro sobre blanco.

Sin dejar de pedir lo que el Estado nos debe por espectacular aumento de población (que mientras nadie lo derogue es el actual sistema de financiación autonómica), el presidente Valcárcel debería contemplar otros posibles escenarios de la España de la rapiña presupuestaria que viene, por ejemplo que las comunidades con dos provincias hicieran más bulto, "más biso", que se dice en Murcia, que las que sólo tienen una, también en tanto a recibir pasta. He ido a una de esas frecuentes tenidas que convocan los de la Plataforma para la Biprovincialidad, y ya no voy a ninguna más. No porque estime ininteresante lo que tengan que contarme, sino porque ya estoy previamente convencido y no creo que lo de la etiología de la provincia cambie de una semana para otra.

Tengo para mí que los de la Plataforma, cuando se reactivó este asunto, cruzaron el Puerto de la Cadena pensando que la reunión con algunos cronistas de aquí (entre los que me encontraba yo, como digo, un "churubito" de aquí al lado de la catedral, como me llamaba el maestro García) iba a ser tan tensa como lo de la firma de la rendición de Francia en el vagón de tren de Hitler (sin pretender establecer semejanzas inmediatas entre los cartageneros y el Führer, claro), pero se encontraron con que estábamos dispuestos no ya a rendir Francia sino a prestar a nuestras novias.

Yo me mostré partidario no sólo de la biprovincialidad, sino de trasladar la capitalidad a la ciudad departamental, siendo que lo departamental quedaría en Murcia, idea en la que me tuvieron que frenar los propios notables cartageneros, su poco asustados. Los "aladroques" temían encontrarse a unos "barrigaverdes" recalcitrantes y tendenciosamente manchegos y lo que hallaron les dió mucho más miedo, al menos en mi caso: un incontrolado "cartagenero" por parte de madre y partidario de la "línea dura".

No: los Biprovinciales de ahora son burgueses de bien, unos pragmáticos, y no tienen nada que ver ni con el cantón ni con aquel férvido señor que se ponía a las puertas de la Asamblea Regional a gritar "alibote, alibote, murciano el que no bote". A lo mejor pensar en el dinero bajo su posible control los ha moderado mucho.

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