La sentencia del Tribunal Constitucional (STC) que declara
inconstitucional y nula la tristemente célebre disposición adicional
octava (DA8) de la no menos famosa, y aborrecida, Ley regional del Suelo
de 2001 (esa de las Actuaciones de Interés Regional como Covaticas y
Marina de Cope), vuelve a exponer en su desnudez jurídica y política a
un Gobierno regional en imparable caída por la pendiente de la
incompetencia y la arbitrariedad.
Es una pena que esa STC no haya podido
contemplar y enjuiciar, calificándolo, el fondo del asunto: que la
incrustación alevosa de la DA8 en aquella ley tenía como principal
objetivo la destrucción del Parque Regional de Cabo Cope-Puntas de
Calnegre para destinar las miles de hectáreas desprotegidas a una macro
urbanización rapaz y escandalosa.
Cuando el presidente Valcárcel,
representación en carne y verbo de ese vértigo y ese gafe, dedicó hacia
mayo pasado su última fanfarronada sobre la macro urbanización Marina de
Cope, mirando al tendido vociferante de logreros ansiosos de despedazar
ese reducto de luz, naturaleza y resistencia, le advertí que si
persistía seguramente ese proyecto y ese espacio serían su tumba
política.
Ahora, tras este serio varapalo que, reincidente, se ha
tomado un tanto a la ligera, a juzgar por sus declaraciones, y reuniendo
este cronista en la memoria sus continuos fracasos, que vienen siendo
victorias, sin embargo, para el medio ambiente, el sentido común o la
ética pública, no he podido evitar representarme a su Gobierno como a la
tripulación de un barco pirata que, con vías de agua por doquier, sigue
mandado por un capitán seriamente maltrecho y disminuido que ha ido
perdiendo, en provocaciones y combates caprichosos, ahora un ojo, luego
un brazo, después una pierna? pero que continúa en su empeño de otear
objetivos por depredar.
Pero, incapaz de cambiar de rumbo y de
objetivo, a este presidente le quedan amargos trances por atravesar, que
serán otros tantos triunfos para quienes le hacemos frente, cara y
escarnio. Que se prepare para lo que le vaya a deparar esa grotesca
ocurrencia de la Paramount, ese proyecto irresponsable del aeropuerto o
esa batalla que nos brinda por El Gorguel.
La pena, que con indignación
sentimos, es que no se le podrá hacer económicamente responsable de
cuanto sus fracasos políticos suponen para el erario público: ya nos
gustaría que él (y los innumerables corifeos que lo jalearon) tuviera
que pagar por la ruina de la autopista Cartagena-Vera.
«No hay marcha
atrás con la autopista», fue su respuesta a nuestras luchas, denuncias y
recursos, sabiendo que era un derroche injustificable, aparte de una
grave cuchillada en el territorio; o que se le exija algo parecido
cuando haya de ejecutarse ese aval infame a favor de la concesionaria
del aeropuerto, aval de cuyos contenidos no ha querido dar cuenta ni
siquiera tras la interposición de nuestros recursos administrativos y
contenciosos.
Tras su rotunda victoria electoral de mayo de
2011, sobre la que recordará que le envié mi más sentido pésame por
considerar que para usted debía resultar insoportable tanto éxito y tan
abrumador margen para la discrecionalidad, le sugería que se retirara
cuanto antes: que gesto de grandeza suele ser no apurar las victorias (y
en su caso lo habría sido también de prudencia inteligente).
Porque
si persiste seguirá cosechando desastres, que volcará en nuestras
espaldas como suele, agravando nuestro empobrecimiento económico, moral y
ambiental. Si se aparta (prometo no acusarle de huir) su partido podrá
colocarlo en algún limbo bruselense, de igual o parecido lustre como eso
de las Regiones que tanto brillo le viene dando; o alguna regalía de
las que se reserva el liberalismo procaz de sus correligionarios; o un
buen premio de empresas agradecidas como Iberdrola, esto es un suponer:
siento por esta empresa una invencible debilidad, que aunque vuelvan a
fracasar sus proyectos en esta heroica Marina de Cope no debiera ignorar
los entusiastas servicios que usted le ha querido prestar. (¡Cómo no
aprovechar para decir al señor Valcárcel que aquella lucha antinuclear
de 1974, de la que ni se enteró ni hubiera compartido, sigue produciendo
réditos de dignidad y demuestra ser generadora de fervores en las
nuevas generaciones!)
El presidente debiera prometerse para este 2013
(que ya le aseguro que no sólo va a ser ingrato para la ciudadanía sino
también para usted y su partido) que se disminuirá y esfumará, y que
apurará las últimas oportunidades de quitarse de en medio y poder así
echar la culpa de lo que se le viene encima a quienes le sucedan, por
fieles y continuistas que resulten (además de a Zapatero, claro).
(*) Ecologista, ingeniero y profesor universitario