Las elecciones generales en Murcia no las ha ganado el PP, lo que sería una verdadera tragedia democrática, sino que las ha perdido el PSRM una vez más. Además, el ministro Bermejo no asumió nunca su papel de candidato y estuvo siempre tan sobrado, que cometió un error tras otro por su propia inexperiencia política y electoral. Su bagaje como fiscal le ha servido de poco.
Se vuelve a Madrid sin entendernos a los murcianos y subestimando la típica reacción de los mansos. Su problema es que no tiene nada que ofrecer para sumar a la victoria de Zapatero y el que no suma luego no puede pedir. Queda a expensas de la disponibilidad. No es nada cierta su continuidad como miembro del Consejo de Ministros aunque luego resulte, seguro que sí, un verdadero “pico de oro” en el Congreso de los Diputados. Murcia ha sido su segundo “waterloo” porque el “mirlo blanco de Gredos” perdió su plumón al poco de llegar aquí. Y sin plumón, la deriva de un ave es siempre errática e inestable. Lo asustó CC. OO. y lo abatió Pujalte.
El fiscal Bermejo vino como candidato porque se le consideraba ideal para poder sacar al PSRM de la sima electoral y existencial en la que se halla. Se fiaron en él todas las expectativas para lograr movilizar a esa escaldada izquierda murciana pensando que el ministro de Justicia sería capaz de transmitir la honestidad que lleva dentro, la coherencia que lo caracteriza y los valores cuyo defensa lo han hecho sufrir en el escalafón debido al “mobbing” de un sectario PP aznarista. Pero regresa a San Bernardo sin haber hecho lo que debía y sin ser capaz de haber hecho emocionar e implicar en el proyecto de Zapatero al total de los moderados y progresistas murcianos. Un fracaso rotundo para carrera política tan tardía.
Si con un PP enfrente, repleto de más presuntos que ningún otro en España, precisamente el ministro de Justicia pierde de calle como candidato, también es cierto que algo no funciona bien en la democracia murciana y el Estado ha de ponerse con urgencia manos a la obra para actuar tras averiguar por qué precisamente en nuestra particular geografía de la corrupción urbanística (Águilas, Mazarrón, Totana, Lorca, Puerto Lumbreras, Los Alcázares, Torre Pacheco, Fuente Álamo, Cartagena, Murcia…) ha arrasado de nuevo el PP de Valcárcel mientras las diversas mafias locales se frotan las manos tras ganar este nuevo pulso a La Moncloa y humillar a Zapatero en la piel de su todavía ministro Bermejo.
¿Están aquí los electores cautivos de alguien ó de algo, habrá que acuñar ahora algo así como “el síndrome del Segura”? No es nada normal que esta Región vaya en sentido histórico contrario al de las demás, con las excepciones de Madrid y Valencia, donde también la corrupción define trayectorias políticas en el PP. Y no cabe ahora echar de nuevo la culpa a la inducida sensación de agravio comparativo y al falso señuelo del agua porque Madrid no está por trasvases ni del Tajo y el mal calculado “efecto Gallardón” ha tenido una repercusión electoral contraria a la esperada. Algo tiene el ladrillo para los murcianos como el becerro de oro para los israelitas. ¿Dónde estará nuestro particular Moisés?
Mientras en España ha funcionado el voto del miedo a un PP devenido en extrema derecha (por eso no han aparecido por la campaña ni Sarkozy ni la Merkel ni ningún otro dirigente de la derecha democrática mundial) y el PP ha cedido el centro al PSOE, en Murcia es más que preocupante que, por encima del 60%, los votantes hayan apoyado a un grupo de sospechosos casi todos. Porque si bien es cierto que Zapatero le debe esta nueva victoria al masivo apoyo de Cataluña y a los urbanitas, Valencia y Murcia le han impedido una mayoría absoluta, entre otras razones, por el empecinamiento de Bermejo en no hacer sus deberes y bien hechos. Y ahora no puede alegar ignorancia, ¿verdad Gregorio?
Pero hay más preguntas. ¿Por qué también ha fracasado Dólera aparte de que el voto útil de izquierdas en toda España se haya ido al PSOE? No ha transmitido confianza porque pronto se le vio el juego detrás del líder regional de CCOO, Romero de Jódar, en el mantenimiento casi irracional de la huelga de los funcionarios de Justicia. Aparecer en público con él ha resultado finalmente suicida como nada bueno para Bermejo dejarse acompañar por Manuel Hurtado aunque no tanto de Carlos Collado pese a que hizo recordar a los murcianos el pasado más negro del PSRM.
Si bien esa huelga ha beneficiado más al PP por sacar de la instancia judicial el tema de la corrupción en esta campaña electoral, del desgaste del ministro frente a los electores murcianos pretendía hacerlo Dólera. Pero esa finta la ha detectado la gente de izquierdas y ni para uno ni para otro. Mientras la derecha y su clientela de desclasados acudían masivamente a votar, la izquierda volátil hacía gala de su definición y prefirió el campo o la playa a la urna aunque hubiese mucho en juego con el riesgo de este resultado para los espurios intereses ocultos de la corte de San Esteban.
Si con un mitin histórico, como el de Felipe González en Cartagena y el de Zapatero en Murcia, el PSRM no termina de salir de su sima, y si después de los más tristes de Rajoy y de Aznar, los murcianos doblan el apoyo regional al PP sobre el del PSOE, no cabe imaginar qué hubiese sucedido si no hubiesen pasado por la Región los dos mayores activos de los socialistas españoles.
Porque en la movilización de los progresistas catalanes mucho parece haber tenido que ver el ex presidente del Gobierno, en la campaña electoral más difícil desde 1977, pese al desgaste político por los derrumbes en las obras del AVE y sus consecuencias de todo orden derivadas. Allí el “mirlo blanco” no llegó de Gredos sino directamente del Teleno.
Y una última pregunta, ¿a qué se ha dedicado el delegado del Gobierno, Ángel González, durante los últimos cuatro años aparte de lograr que la hija de su jefe de Policía en Cartagena sea ahora diputada socialista por Murcia con tan sólo 23 años y ninguna experiencia política?
Se vuelve a Madrid sin entendernos a los murcianos y subestimando la típica reacción de los mansos. Su problema es que no tiene nada que ofrecer para sumar a la victoria de Zapatero y el que no suma luego no puede pedir. Queda a expensas de la disponibilidad. No es nada cierta su continuidad como miembro del Consejo de Ministros aunque luego resulte, seguro que sí, un verdadero “pico de oro” en el Congreso de los Diputados. Murcia ha sido su segundo “waterloo” porque el “mirlo blanco de Gredos” perdió su plumón al poco de llegar aquí. Y sin plumón, la deriva de un ave es siempre errática e inestable. Lo asustó CC. OO. y lo abatió Pujalte.
El fiscal Bermejo vino como candidato porque se le consideraba ideal para poder sacar al PSRM de la sima electoral y existencial en la que se halla. Se fiaron en él todas las expectativas para lograr movilizar a esa escaldada izquierda murciana pensando que el ministro de Justicia sería capaz de transmitir la honestidad que lleva dentro, la coherencia que lo caracteriza y los valores cuyo defensa lo han hecho sufrir en el escalafón debido al “mobbing” de un sectario PP aznarista. Pero regresa a San Bernardo sin haber hecho lo que debía y sin ser capaz de haber hecho emocionar e implicar en el proyecto de Zapatero al total de los moderados y progresistas murcianos. Un fracaso rotundo para carrera política tan tardía.
Si con un PP enfrente, repleto de más presuntos que ningún otro en España, precisamente el ministro de Justicia pierde de calle como candidato, también es cierto que algo no funciona bien en la democracia murciana y el Estado ha de ponerse con urgencia manos a la obra para actuar tras averiguar por qué precisamente en nuestra particular geografía de la corrupción urbanística (Águilas, Mazarrón, Totana, Lorca, Puerto Lumbreras, Los Alcázares, Torre Pacheco, Fuente Álamo, Cartagena, Murcia…) ha arrasado de nuevo el PP de Valcárcel mientras las diversas mafias locales se frotan las manos tras ganar este nuevo pulso a La Moncloa y humillar a Zapatero en la piel de su todavía ministro Bermejo.
¿Están aquí los electores cautivos de alguien ó de algo, habrá que acuñar ahora algo así como “el síndrome del Segura”? No es nada normal que esta Región vaya en sentido histórico contrario al de las demás, con las excepciones de Madrid y Valencia, donde también la corrupción define trayectorias políticas en el PP. Y no cabe ahora echar de nuevo la culpa a la inducida sensación de agravio comparativo y al falso señuelo del agua porque Madrid no está por trasvases ni del Tajo y el mal calculado “efecto Gallardón” ha tenido una repercusión electoral contraria a la esperada. Algo tiene el ladrillo para los murcianos como el becerro de oro para los israelitas. ¿Dónde estará nuestro particular Moisés?
Mientras en España ha funcionado el voto del miedo a un PP devenido en extrema derecha (por eso no han aparecido por la campaña ni Sarkozy ni la Merkel ni ningún otro dirigente de la derecha democrática mundial) y el PP ha cedido el centro al PSOE, en Murcia es más que preocupante que, por encima del 60%, los votantes hayan apoyado a un grupo de sospechosos casi todos. Porque si bien es cierto que Zapatero le debe esta nueva victoria al masivo apoyo de Cataluña y a los urbanitas, Valencia y Murcia le han impedido una mayoría absoluta, entre otras razones, por el empecinamiento de Bermejo en no hacer sus deberes y bien hechos. Y ahora no puede alegar ignorancia, ¿verdad Gregorio?
Pero hay más preguntas. ¿Por qué también ha fracasado Dólera aparte de que el voto útil de izquierdas en toda España se haya ido al PSOE? No ha transmitido confianza porque pronto se le vio el juego detrás del líder regional de CCOO, Romero de Jódar, en el mantenimiento casi irracional de la huelga de los funcionarios de Justicia. Aparecer en público con él ha resultado finalmente suicida como nada bueno para Bermejo dejarse acompañar por Manuel Hurtado aunque no tanto de Carlos Collado pese a que hizo recordar a los murcianos el pasado más negro del PSRM.
Si bien esa huelga ha beneficiado más al PP por sacar de la instancia judicial el tema de la corrupción en esta campaña electoral, del desgaste del ministro frente a los electores murcianos pretendía hacerlo Dólera. Pero esa finta la ha detectado la gente de izquierdas y ni para uno ni para otro. Mientras la derecha y su clientela de desclasados acudían masivamente a votar, la izquierda volátil hacía gala de su definición y prefirió el campo o la playa a la urna aunque hubiese mucho en juego con el riesgo de este resultado para los espurios intereses ocultos de la corte de San Esteban.
Si con un mitin histórico, como el de Felipe González en Cartagena y el de Zapatero en Murcia, el PSRM no termina de salir de su sima, y si después de los más tristes de Rajoy y de Aznar, los murcianos doblan el apoyo regional al PP sobre el del PSOE, no cabe imaginar qué hubiese sucedido si no hubiesen pasado por la Región los dos mayores activos de los socialistas españoles.
Porque en la movilización de los progresistas catalanes mucho parece haber tenido que ver el ex presidente del Gobierno, en la campaña electoral más difícil desde 1977, pese al desgaste político por los derrumbes en las obras del AVE y sus consecuencias de todo orden derivadas. Allí el “mirlo blanco” no llegó de Gredos sino directamente del Teleno.
Y una última pregunta, ¿a qué se ha dedicado el delegado del Gobierno, Ángel González, durante los últimos cuatro años aparte de lograr que la hija de su jefe de Policía en Cartagena sea ahora diputada socialista por Murcia con tan sólo 23 años y ninguna experiencia política?