WASHINGTON.- La supuesta aprobación por la FDA de la vacuna Pfizer abrió las puertas al Pentágono para ordenar las vacunas para los miembros del servicio activo. La mayoría de ellos ya se ha vacunado porque estaban bajo presión, pero miles de efectivos rechazaron el disparo. Ahora, esos también tienen que vacunarse. "Enfrentaremos una presión aún mayor en el futuro".
Los individuos jóvenes y en forma no tienen nada que ver con las inyecciones experimentales del virus con una tasa de supervivencia del 99,9%. Hacer que las vacunas COVID_19 sean obligatorias es un sabotaje al ejército para debilitarlo.
La Dra. Lee Merritt completó una residencia en cirugía ortopédica en la Marina de los Estados Unidos y se desempeñó durante nueve años como médica y cirujana de la Marina, donde también estudió armas biológicas antes de regresar a Rochester, donde fue la única mujer en ser nombrada becaria Louis A. Goldstein de Cirugía de columna.
La Dra. Merritt ha estado en la práctica privada de Cirugía Ortopédica y de la Columna Vertebral desde 1995, ha sido miembro de la Junta de la Asociación Médica de Arizona y es ex presidenta de la Asociación de Médicos y Cirujanos Estadounidenses.
La Dra. Merritt se dirigió recientemente a los médicos estadounidenses de primera línea y discutió cómo durante en 2020 solo hubo 20 muertes entre todo el personal militar en servicio activo relacionado con COVID.
Sin embargo, ahora hay muchos informes de tumores y más de 80 casos de miocarditis (inflamación del corazón), que tiene una tasa de mortalidad a cinco años de alrededor del 66%, luego de las inyecciones de COVID-19 administradas a los militares.
"Con el programa de vacunas, aparentemente hemos matado a más de nuestros jóvenes en servicio activo que lo que hizo COVID", ha dicho.
Esta no es la primera vez que los militares han sido implicados en matar militares en servicio activo con vacunas experimentales. Ocurrió también durante la Guerra del Golfo con la vacuna experimental contra el ántrax, que según algunas estimaciones mató a 35.000 militares con lo que originalmente se denominó “Síndrome de la Guerra del Golfo”.
"Todavía no tenemos los datos sobre las consecuencias duraderas de los disparos en las personas, por lo que tenemos que afrontar una catástrofe", dijo la Dra Merrit.
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