A las alianzas de Pedro Sánchez, desde que alcanzó el poder en la
moción de censura contra Mariano Rajoy, les llaman de ‘geometría
variable’. Pero da la impresión que a Sánchez le gusta más la estrategia
del Cholo Simeone, el entrenador del Atlético de Madrid, al que cuando
le preguntan como ve el futuro de un campeonato en curso responde: ‘no
se, yo siempre voy partido a partido’.
Sánchez sigue la misma táctica, vive al día y no mira mas allá aunque, mostrándole al diputado Rufián cuatro dedos de una mano, le dio a
entender que está decidido a agotar los cuatro años de la legislatura
en La Moncloa al precio que sea.
Y con la ayuda de ERC de Junqueras o la de Cs de Arrimadas. Y si
hiciera falta y, por muy asombroso que parezca, también con la
colaboración del PP aunque tuviera que echar a Pablo Iglesias (y a su
tropa) del Gobierno por la ventana.
Bonito es Sánchez para que nadie le toque el ala de su sombrero. Y
anden con cuidado Junqueras y su emisario Rufián porque aunque este
‘menage a trois’ de las prórrogas cuarta y quinta del ‘estado de alarma’
dice que es un pacto solo sanitario, como lo pregonan Arrimadas,
Sánchez e Iglesias, mas cierto es que se trata de un pacto político de
gobierno con todas las de la ley.
Y con una mayoría absoluta alternativa a la investidura que ya le ha
salvado al Presidente del Gobierno de dos derrotas en el Parlamento en
la votación de ambas prórrogas en los días 6 y 20 de mayo. Y mientras
Oriol Junqueras, Santiago Abascal y Pablo Casado, el otro trío de
extraños compañeros de viaje, votaban juntos en contra de Sánchez,
al que pretendieron humillar y propinar una severa derrota.
Pero siguiendo su propio ‘manual de resistencia’ Sánchez superó ambas
pruebas dejando descolocados a sus aliados de la investidura y a Pablo
Casado, el líder de la oposición, que ve como Abascal aprieta por el
flanco derecho y como Arrimadas se recupera por el centro.
La cuestión de fondo que se debatía y se votaba y de la que Sánchez
salió airoso era la de si hacía falta o no una quinta prórroga del
‘estado de alarma’ o si por el contrario eran suficientes las leyes
sanitarias y de seguridad para controlar el fin de la desescalada de la
epidemia.
Y, naturalmente, ganó la ‘alarma’ porque Sánchez, desde el 1 de junio
de 2018 cuando se votó la moción de censura ha ganado todos los
partidos y se mantiene en el poder. Y pretende seguir haciéndolo en la
que sin duda será la final de la Champions de la política: la votación
de los Presupuestos de 2021. Donde ERC se cree imprescindible porque
considera que Cs no podrá aceptar unos Presupuestos ‘progresistas’.
Salvo que Sánchez e Iglesias los califiquen de ‘emergencia’ y se vean
muy presionados por la UE, los mercados internacionales y la deuda de
España y en ese caso los tengan que moderar y centrar en pos de la
colaboración de Cs y en menoscabo de ERC.
Esto no es fácil de imaginar pero Sánchez va partido a partido y eso
significa que cualquier cosa puede pasar. Por ejemplo ¿quien habría
imaginado unas semanas atrás que Cs salvaría a Sánchez de dos derrotas
en el Parlamento y aprobando dos prórrogas del ‘estado de alarma’?
Nadie.
Como nadie imaginó, salvo Simeone, que el Atlético de Madrid iba a
eliminar al vigente campeón de la Champions, el Liverpool y en su Estado
de Anfield, como ocurrió. ‘La política hace a veces extraños compañeros
de cama’ dijo una vez Manuel Fraga y acertó.
(*) Periodista
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