martes, 5 de mayo de 2020

Sánchez siente temblar su suelo / Fernando G. Urbaneja *

Existe un dicho popular que dice que las ventas se perfeccionan con el cobro, sin cobro no hay venta, aunque la contabilidad admite muchas etapas intermedias incluida la latencia. Otro dicho popular advierte que mientras no se firma la escritura en la notaría no hay contrato, solo un acuerdo pendiente de confirmación. El gobierno no tendrá segura la aprobación de la prórroga del estado de alarma hasta que concluya la votación.

A la vista de las intensas argumentaciones de las últimas horas parece improbable que el Gobierno no consiga sumar más votos a favor de la “alarma” que en contra; será por los pelos, merced a las abstenciones pero el desenlace de esta pieza no será tan confortable como los anteriores cuando la primera alarma y las dos prórrogas sucesivas lograron 321, 270 y 269 votos a favor, al incluir los del principal grupo de la oposición.

No es una votación decisiva, más bien es la suerte de banderillas para un Gobierno tan débil como el de Sánchez que sustenta su continuidad primero en una debilidad mayor de la oposición y segundo en la gravedad de la situación tanto desde el punto de vista sanitario como desde el económico y social. Hoy, tumbar el Gobierno, y apostar la política a esa hipótesis es arriesgado por irresponsable. Los ciudadanos no entenderían que es este trance se deje la gobernación a la deriva.

Incluso infligir grave daño al Gobierno cuando se necesita determinación y mano firme también resulta irresponsable. Esa es la fortaleza de Sánchez, le ha tocado una circunstancia imprevista (inexperimentada, según el término acuñado por Emilio Lledó).

El Gobierno y todos sus amigos en todos los ámbitos (que no incluye a sus aliados de investidura) pusieron ayer toda la carne en el asador para evitar la derrota del decreto del “estado de alarma”. Hasta Zapatero, con su habitual talante, salió a escena para advertir que: “diálogo… desde luego, pero después”.

El Presidente sintió tras la larga conversación el lunes con Casado, de la cual nada sabemos, como le temblaba el suelo, una vez que sus aliados para la censura de Rajoy y la investidura le dieran la espalda por razón de sus propios intereses. Nada nuevo, nada imprevisto, Sánchez sabía desde el primer minuto que los aliados eran provisionales, a tiempo parcial y en su propio provecho.

Sánchez no es persona de estrategias de altos vuelos, trabaja al día, táctico, acomodaticio más que flexible. No vacila a la hora de cambiar de estrategia de negociación del tono más duro al cambio de posición para lograr el objetivo final que siempre es parcial. Tampoco es tan relevante perder el “estado de alarma”, en realidad tendrá que levantarlo antes de que llegue el verano porque es insostenible. De manera que estamos ante escaramuzas ruidosas pero sin consecuencias.


(*) Periodista y politólogo


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