Ha tenido que suceder una situación tan escandalosa como que el alcalde de Badalona, el socialista Álex Pastor,
se saltara el martes por la noche el confinamiento por el coronavirus,
fuera detenido en el centro de Barcelona al volante de un coche
zigzagueando por los Mossos d'Esquadra, golpeara el vehículo policial al
intentar frenar, hiciera ostentación de su posición de primer edil de
la cuarta ciudad de Catalunya, mordiera a uno de los agentes que participaron en su detención
y se negara a hacerse la prueba de alcoholemia para que supiéramos que
desde hacía mucho tiempo no estaba en condiciones de ocupar el cargo que
ostentaba.
Pastor era, según esta versión, el tonto útil puesto al frente de un municipio de casi 220.000 habitantes por el PSC para conservar el poder de la ciudad primero, en 2018, de la mano del PP de Albiol y de Cs vía moción de censura; y,
en 2019, al frente de una coalición de Guanyem Badalona En Comú-ERC,
Badalona En Comú Podem y JxCat. Tan amplia como imprescindible para
arrebatar la alcaldía al Albiol ganador de los comicios del pasado mes
de mayo. En menos de dos años, todos los partidos han acabado
canalizando de una manera o de otra la ambición del PSC por la alcaldía
badalonesa aunque su posición en la ciudad nunca ha sido de gran
fortaleza.
No son ellos, sin embargo, los responsables del triste espectáculo de
un alcalde desquiciado que hubiera podido causar una verdadera
desgracia y que ahora todo el mundo dice que hace tiempo que no estaba
en condiciones de ocupar el cargo. El PSC era, como es normal y todos
los partidos han denunciado, perfectamente conocedor de esta situación. Y nadie, absolutamente nadie, hizo nada. En cambio, el partido lo expulsó ipso facto
una vez trascendió lo que ya sabía hace tiempo.
¿Qué otra cosa podía
hacer? Pastor tenía padrinos importantes que le auparon al cargo,
empezando por el primer secretario, Miquel Iceta y el secretario de Organización del PSC y hoy también ministro de Sanidad, Salvador Illa, cargo
que le debiera haber dado una perspectiva más completa del problema.
Pero abrir ese melón hubiera supuesto, seguramente, que los socialistas
perdieran una alcaldía muy valiosa. Y al poder, voluntariamente, no
renuncia nadie.
En Badalona hace mucho tiempo que, con marcas diferentes, solo hay,
guste o no, dos candidaturas: la de García Albiol y la contraria a
García Albiol. El primero tiene un programa de ciudad de sobra conocido
y que tiene como reclamo el tema de la inmigración y el objetivo de
la otra amalgama de formaciones acaba siendo siempre que el líder del PP
no gobierne.
Ahora, se abrirán nuevas negociaciones entre los partidos
para pactar un nuevo alcalde y, lo más razonable, es que desemboquen en
el retorno de la ex alcaldesa Dolors Sabaté. Pero Badalona siempre es una caja de sorpresas. Veremos si esta vez vuelve a ser así.
(*) Periodista y director de El Nacional
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