Algo muy gordo tiene que estar pasando entre las bambalinas socialistas cuando uno de sus presidentes de comunidad autónoma, el aragonés Javier Lambán, ha disparado contra Pedro Sánchez con una agresividad más propia de un adversario político que de uno de sus barones del partido.
Ha dicho Lambán que está en contra del plan de desescalada aprobado
por el gobierno español, que hará todo lo posible por cambiarlo y que
"salvar vidas está muy por delante de salvar políticamente a Pedro
Sánchez".
Ya no se trata de que el desconfinamiento del gobierno español haya sido unilateral
-no ha sido consensuado con nadie-, improvisado -se tuvo que alargar un
Consejo de Ministros para alcanzar un mínimo acuerdo- y políticamente
perverso -todo él rezuma un peligroso neocentralismo bajo un mando
único-, sino que la política española ha girado contra Sánchez. Primero
los adversarios y ahora los suyos.
Madrid, tan acostumbrada a conspirar
contra quien sea, ve al presidente más débil que nunca y
con las alianzas parlamentarias que le llevaron a la Moncloa
deshilachadas por el frente vasco y el catalán. Claro que se pueden
recoser a tiempo de que el Gobierno salve la prórroga del estado de
alarma pero el Ejecutivo deberá rectificar y los aliados asumir que
suben al Titanic cuando la orquesta ya ha empezado a tocar.
No tengo ninguna buena opinión de Lambán, que me parece un político mediocre y recuerda mucho a Ibarra, Bono o Chaves,
socialistas ilustres que se abrían paso a costa de declaraciones
siempre subidas de tono y con los catalanes como únicos
destinatarios. Un testigo que más recientemente ha recogido Josep
Borrell.
Pero Lambán muchas veces dispara por cuenta ajena, como el castellano-manchego García Page.
Ese sonoro bofetón a su jefe solo se propina cuando tienes muy
descontado que tu futuro político ya no pasa por él y que, aunque
Sánchez ha demostrado que tiene siete vidas, igual es que las ha
consumido todas. Lambán puede estar hablando por boca de Felipe González, al que últimamente ha defendido como ya solo hace el PP.
Con la crisis de salud y la económica plenamente instaladas en la
sociedad española, Sánchez tiene un nuevo frente. El de los suyos. Como
dice el refrán, Dios mío, cuídame de mis amigos, que de mis enemigos me cuido yo.
(*) Periodista y director de El Nacional
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