Estamos en una situación límite en la lucha contra el coronavirus y
al borde del colapso sanitario. Hasta el punto que, ante la escasez de
las UCI en los hospitales, los médicos darán prioridad a los enfermos
con más esperanza de vida por delante de los que están en fase terminal.
Está claro que no hay UCI para todos y ello da una idea de la gravedad
de la situación.
Y de la escasez no prevista ni prevenida de medios sanitarios como
las UCI, camas de hospitales, respiradores, trajes protectores,
mascarillas y también de los llamados ‘tests rápidos’ de prueba del
contagio.
Los que el Gobierno no tiene y por ello no está en condiciones de
anunciar cuando se podrán hacer esos tests masivos de detección de
contaminados, lo que se está anunciando una y otra vez pero sin
precisar. Aunque llama la atención que en Galicia algunos hospitales ya
están activando esos ‘tests’.
Lo que confirma el descontrol nacional del problema sanitario y la
ausencia de un mando único nacional que coordine todas las actuaciones
así como la estrategia a seguir.
Y de especial manera todo lo relativo a la producción y la compra,
dentro y fuera de España, de ese material sanitario tan importante y
cuya escasez y su mala distribución está empeorando el riesgo de acabar
en un colapso sanitario nacional.
No puede ser que, en estas circunstancias, no exista aún un centro
único de compras de dicho material sanitario dentro y fuera de España, y
que luego el Gobierno requise en las aduanas el material que han
comprado organismos de las Comunidades Autónomas, como lo ha denunciado
la Comunidad de Madrid.
La ausencia del mando único sanitario nacional, que debe de
centralizarse en el Ministerio de Sanidad, cuyo titular, Salvador Illa,
parece desbordado, es un enorme error. Y transmite una imagen de
confusión y descontrol a la que se suma otro problema importante: el
exceso de portavoces oficiales del Gobierno que comparecen a lo largo
del día, hasta siete u ocho.
Y en muchos casos, como en el de los llamados ‘tests rápidos’ que no
se están llevando a cabo, ofreciendo el Gobierno una imagen de
desconcierto o de premeditada ocultación de la verdad.
Porque existe la sospecha de que el Ministerio de Sanidad no quiere
hacer esos ‘tests rápidos’ a los enfermos que permanecen en sus casas
por temor a que emerja una masa de contagiados graves, que duplique las
más de 20.000 personas contagiadas en pleno colapso sanitario, entre
otras cosas por falta de hospitales (se están improvisando los
‘hospitales de campaña’ y acondicionando hoteles) lo que puede crear una
situación de pánico general.
Y a lo que tenemos que añadir otro problema logístico porque el
despliegue nacional del Ejército y las Fuerzas de Seguridad exige dotar
esos cuerpos del Estado de material sanitario de protección. Y si no hay
suficiente para el personal sanitario, como se denuncia en los
hospitales, menos aún habrá si, como parece lógico, hay que proteger
también a los militares, los guardias civiles, policías nacionales y
autonómicos que tengan que actuar en zonas y situaciones de riesgo.
Este Gobierno ha llegado tarde y mal a esta crisis sanitaria y no
actúa con la unidad de acción, transparencia y eficacia que requiere la
situación. Y nos parece muy grave el que no exista un mando único
sanitario nacional y un centro de coordinación de estrategias a nivel
nacional, y de compras y de producción de material sanitario.
Y sobre todo urge una explicación clara del por qué no se hacen de
una vez los tests de confirmación del contagio a los miles de personas
enfermas que están refugiadas en sus casas y con el claro riesgo de
ampliar el contagio a personas de su entorno familiar y vecinal.
(*) Periodista
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