Las guerras culturales de
la extrema derecha tienen como objetivo fundamental establecer un nuevo
marco hegemónico cultural que sirva para la creación de un nuevo
sentido común que permita la creación de nuevas políticas. Pero además,
tienen como daño colateral la creación de una nebulosa que no permite
discernir la profundidad de los riesgos y peligros que subyacen bajo esa
estrategia.
Una de esas señales de alerta que pasan
desapercibidas es la alianza de Marion Maréchal Le Pen con Vox a través
de Kiko Méndez Monasterio y Gabriel Ariza para instaurar una sede en
Madrid del Instituto de Ciencias Sociales, Económicas y Políticas
(ISSEP-Lyon), que tiene como objetivo fundamental una estrategia de
fondo muy ambiciosa y peligrosa mientras en España nos perdemos en
debates interesados que solo buscan marcar la agenda. La sobrina de Le
Pen busca establecer una tercera vía para solucionar el problema de la
extrema derecha para encontrar una unidad de acción en Europa.
Su intención es establecer un programa común que cree una
ideología coherente y consolidada que mueva el marco conservador hacia
sus postulados y establecer así en la derecha europea su marco
ideológico como el predominante. Maréchal Le Pen busca equilibrar las
visiones ultraliberales y proteccionistas de muchos de los actores en
liza en el heterogéneo panorama posfascista europeo para aniquilar a los
actuales conservadores y liberales y sustituirlos como hegemónicos en
el ideario reaccionario.
Las diferencias entre los
diferentes grupos de extrema derecha fracasó en las anteriores
elecciones europeas precisamente por la diferencia de pareceres de
formaciones con un ideario ultranacionalista y nativista que encuentra
muchas dificultades para encontrar puntos de encuentro que respeten sus
soberanías de forma integral. En la actualidad los partidos de extrema
derecha se encuentran diseminados en varios grupos, sirva de ejemplo que
ni siquiera dos partidos de ideología radical de Holanda como el Foro
por la Democracia (FvD) y el Partido de la Libertad (PVV) comparten
formación en Europa.
Matteo Salvini fracasó en su
intento de asaltar las instituciones europeas en las pasadas elecciones y
la ausencia de un resultado que les diera mayoría fragmentó la unidad
de acción consolidando sus diferencias a la hora de adscribirse a los
diferentes grupos parlamentarios europeos. En el Grupo de las Naciones y
de las Libertades (ENF) se encuentran Matteo Salvini, Marine Le Pen y
Geert Wilders y en el Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos
(ECR) se encuentran Jarosław Kaczyński, Thierry Baudet o Santiago
Abascal. Esta incapacidad para poner por delante los puntos de encuentro
marcó de forma concreta las por ahora insalvables diferencias
ultranacionalistas entre los distintos partidos posfascistas del
continente.
Es en esa quiebra donde aparece Marion
Maréchal con su proyecto metapolítico del ISSEP en la búsqueda de una
tercera vía posfascista que limite los desencuentros actuales entre los
nacionalpopulistas del sur de Europa y los del grupo de Visegrado. En
resumen, la creación de una internacional federada de la extrema derecha
que respete las soberanías y las especificidades propias de cada país.
En
esa misma línea se produjo el encuentro en Roma de la Conferencia
Nacional del Conservadurismo a la que asistió Santiago Abascal y en la
que Marione Maréchal Le Pen tuvo un peso importante, al igual que en la
anteriormente celebrada en Washington. En su intervención, Maréchal Le
Pen afirmó de forma evidente sus intenciones: "Nosotros necesitamos una
nueva coalición de poderes, una nueva correlación. Imagino una nueva
alianza latina que podría caminar junto con los países de Visegrado".
Es
en esa idea de la sobrina de Marine Le Pen donde incardina Vox. La
bisagra idónea para vincular ambos grupos. El partido de Santiago
Abascal pertenece en Europa al grupo de los Conservadores y Reformistas
Europeos (ECR) en el que se encuentran los polacos de Ley y Justicia que
son, junto a Viktor Orban, la formación más importante del grupo de
Visegrado. El pensamiento tradicionalista cristiano de los posfascistas
españoles encaja perfectamente con el que se siembra en el este de
Europa, muy preocupados por la herencia cristiana de Europa y con la
obsesión antifeminista y contra los colectivos LGTBI en un pensamiento
muy ligado al integrismo católico.
Un ideario que
entronca con el de Marion Maréchal, mucho más preocupada por estas
cuestiones que su tía. El hecho de que Vox sea el único partido del sur
de Europa del ámbito de la extrema derecha con un corpus ideológico
próximo a los partido del grupo de Visegrado lo hace el interlocutor
ideal para construir los cimientos necesarios para la alianza
integradora anhelada por Maréchal Le Pen.
Marion
Maréchal está estrechamente vinculada al pensamiento de la Nueva Derecha
francesa basado en las guerras culturales y vehiculado a través de las
ideas del marxista Antonio Gramsci. El gramscismo de derechas se ha
venido a llamar, y es en el que intentan iniciarse en España el partido
de Abascal, con fortuna en ocasiones y de manera torpe en muchas otras.
Marion Maréchal no hace más que continuar el camino iniciado por Alain
de Benoist y el Grupo de Investigación y Estudios para la Civilización
Europea (GRECE) y al que dio su complacencia el ideólogo Alexander Dugin
creador de "La cuarta teoría" y que bebe de los protofascistas Julius
Evola o René Guenon.
Un pensamiento muy elaborado y
con unas estructuras ideológicas muy bien armadas. Esa ideología está
buscando instaurarse en Europa, ensayando, probando y equivocándose
muchas veces, acertando muchas otras. Pero insistiendo. Despreciar con
soberbia la capacidad que un pensamiento de este calado tiene para
introducirse en nuestro espectro político, su inmensa y rica cultura
política, y su gran espectro de pensadores de gran talla intelectual es
la mayor irresponsabilidad que el pensamiento progresista ha cometido en
lo que llevamos de siglo.
(*) Periodista
No hay comentarios:
Publicar un comentario